30 dic 2024

Fotos con historia: Yaganes del Canal Beagle

Estos nómades canoeros ocuparon desde la margen norte del canal Beagle hasta el Cabo de Hornos. Se han encontrado restos arqueológicos en la Isla de los Estados y se especula que han navegado hasta las lejanas islas Diego Ramírez. La ocupación en el Beagle data desde el 4.000 A. de C. aproximadamente.

Foto. Fuente: Museo Marítimo de Ushuaia 

20 dic 2024

Libro "La Australia Argentina" de Roberto Payró

Roberto Payró, quien recorrió la Patagonia y escribió las crónicas de su visita, dejó un testimonio memorable de la época pionera de la región patagónica. Estos textos publicados en el diario La Nación, luego serían recopilados en el libro La Australia Argentina. Allí realiza una fenomenal descripción de la etapa fundacional de las localidades patagónicas, con una abundante información de los antecedentes históricos, de la incipiente producción y de la penosa vida de los primeros pobladores.

Tuvo espacio para la ironía y cuestionó el desinterés del gobierno porteño por esas alejadas poblaciones. También abordó la coexistencia con los pueblos originarios y vislumbró la agonía que ese contacto estaba produciendo.  


Ya Roberto Payró, en las crónicas que escribió cuando fue a la Patagonia como enviado del diario La Nación, daba cuenta de la cualidad ambivalente que pesa sobre el territorio: la riqueza natural pero el olvido estatal, el proyecto nacional pero la amenaza extranjera, la impresión de que se tiene un diamante entre manos, pero nadie que lo sepa pulir. Cuando zarpó del puerto de Buenos Aires en 1898, Payró formaba parte de los escritores (otro de ellos era Francisco P. Moreno, que en ese viaje iba en el mismo barco que él) que entonces empezaban a producir obras en las que la Patagonia inhóspita y maldita que había descripto Darwin era reformulada como fuente de riquezas naturales y como espacio por incorporar a una idea de nación y de progreso.

El título de sus crónicas compiladas, La Australia Argentina, habla de eso último: del país joven y pujante en el que se puede reproducir un modelo de progreso. Las crónicas, sin embargo, hablan también de lo otro: de las medidas proteccionistas que impiden el crecimiento de las industrias, de la falta de políticas de asentamiento, de los decretos que entregan las tierras a las especulaciones financieras en vez de otorgarlas a los colonos para que las hagan producir, del estado calamitoso de los transportes y las comunicaciones, del aislamiento en que se encuentran los pobladores. En fin, de la ausencia de un estadista que desde el gobierno central pudiera incorporar esa riqueza a un país en funcionamiento.

El reclamo, convengamos, es un recurso que la Patagonia conoce bien. Payró, cuando ya va bastante avanzado en su viaje, lo asienta. Las frases que los habitantes patagónicos le repiten acerca de todo lo que les falta, de todo lo que hay que hacer, lo acosan por donde va. Lo persiguen como los pájaros, lo aturden, lo irritan: "Si ustedes taladraran los oídos ejecutivo-nacionales como taladran los míos, seguro estoy de que no pasarían tres meses sin que tuvieran las mejores comunicaciones del universo e islas adyacentes", supone. Pero supone mal: los tiempos confirman que la Patagonia todavía espera respuestas acerca de sus comunicaciones y también de sus áreas naturales, sus leyes de promociones industriales, sus reglamentaciones a las exportaciones.

Este esquema perverso del reclamo desatendido va ubicando al Estado en el papel del perro del hortelano, en un lugar que va abriendo flancos. Uno es el de la codicia extranjera: si el gobierno argentino no hace nada por la Patagonia lo hará el chileno o el inglés o, más ˆ la page, lo harán los acreedores internacionales supuestamente interesados en canjear deuda externa por territorios ricos, no contaminados y estratégicamente ubicados.

Payró había nacido en la localidad bonaerense de Mercedes, en 1867. Su labor periodística la desplegó en los diarios La Prensa, La Vanguardia y, desde 1890, en La Nación. Fue corresponsal en Europa durante la Primera Guerra Mundial. Se destacó también como novelista, cuentista y dramaturgo. Su obra fue considerada como la consumación de una hábil fusión de la intelectualidad con la cultura popular.

18 dic 2024

Memorias de Ushuaia

Recorte periodístico de época - Ushuaia, Tierra del Fuego 

Esa esquina que al abrir su puerta echa bocanadas de luz y de humo es el bar más importante El patrón llegó a estas playas con muy  escasos cientos de pesos, y hace bien poco; hoy podría vender lo que tiene en más de cien mil. En las tierras nuevas y de comienzos ásperos están los grandes saltos de la fortuna. ¡Si se han hecho fortunas aquí!... Desde los primeros tiempos cuando cada poblador llegaba como el lobo solitario que se aventura en el desierto. 

Desde que llegaron los primeros pobladores del pueblo: los andaluces Isorna y Romero y el inglés Luís Fiker. Y los primeros negociantes. Unos yugoslavos que cayeron traídos por esas olas que lleva por la rosa  de lo vientos a los hombres que huyen lejos de sus nidos. A los antípodas, el el bergantín no naufraga y sigue. Los de Ushuaia arribaron casi dejándose en la bruma del olvido y las vicisitudes su patria yugoslava. En los tiempos en que cada negociante del mar llevaba un poco de pirata en el pecho. La lucha tenía el ceño duro en los confines del mundo donde los centros de la justicia diligente estaban lejos. “Bajel pirata llamado por su bravura el temido”, dice el corsario de Espronseda; y las goletas de aquellos pioneros fueguinos fueron también temidas a su modo.

Especialmente de los ingleses, vecinos de explotación de factorías, y con el espíritu  de Drake, el mejor modelo histórico del corsario oficial. Una vez los de Ushuaia sacaron de la jurisdicción de los británicos un rico cargamento de pieles de lobo marino de dos pelos, los de más subido valor. Un buque inglés los persiguió furioso en intento de caza apasionante. Pero cuando se hayaban a tiro de pistola, ganaron las aguas argentinas. “Son lobos y pieles de los ingleses”, dijo alguien. Y en enseguida le contestaron: “Son lobos y pieles de Tierra del Fuego”. Era entonces tierra de audaces. Los ingleses hacían sin escrúpulos sus incursiones en zona argentina. Y todavía las coas eran favorables para el más arriesgado en la ocasión. 

Los Beban son de aquellos años heroicos. Se dice que fundieron dos millones de pesos. Si es así, tuvieron que ganarlos en la tierra y en el mar de los corajudos. Mateo Bersálovich entró en el más viejo presidio de guardiacárcel. Ocupó cargos y se afanó en negocios. Pereyra y Rodríguez, otros pioneros. Y Emilio Fernández, veterano y conocedor de las viejas historias. Algunos de ellos, propietarios y esperando ya el fin en el terreno de su brega, pasean recuerdos y su caminar fatigoso de ancianos. El más viejo apenas salte de junto a la estufa. A su alrededor la ciudad y las actividades fueguina han ido creciendo. Y ahora junto a su ancianidad contemplativa, experimenta un repentino y estupendo estirón. De pronto todo se ha puesto en marcha, y oye el trajinar, el proyectar y el construir, como aquel que va en un vehículo a ritmo inalterable, y de repente acelera con fuerza y estrépito la marcha.


Cuando ellos pusieron el pie en el suelo fueguino no había variado mucho lo conocido por Magallanes, domador del paso de los océanos. Desde aquel día de Santa Úrsula de 1520 en que se descubrió el estrecho. Desde que el portugués perdió de vista las islas y la punta del continente, para morir sin cerrar la parábola. Desde entonces a los tiempos jóvenes del que calienta los huesos en la estufa, el desierto fueguino había progresado bien poco. Luego, en la época del presidio, tuvo sólo su siniestra aureola de Isla del Diablo argentina. El esfuerzo fue levantando vida.

La gente ignoraba que Ushuaia iba reclamando justamente atención, y de súbito se encuentro con que ofrece un presente afanoso, y un porvenir de ese signo que distinguió al Nuevo Mundo. Todo ha ido creciendo hasta el actual esfuerzo colonizador. ¿Bajo qué auspicio se mantuvo una entidad que hubiera languidecido poco menos que inexistente, en una factoría desolada?

12 dic 2024

La desaparición del avión Lear Jet

El 15 de mayo de 1984, en las heladas aguas del Beagle desaparecía el avión Lear Jet de la Gobernación, que trasladaba al gobernador Ramón Alberto Trejo Noel, su esposa y diez de sus colaboradores.

Los relojes marcaban poco menos de las cinco de la tarde. El cielo encapotado le ponía techo a una temible tormenta de viento y nieve que adelantaba la oscuridad de la noche inminente.

Sobre las heladas aguas del canal Beagle el pequeño pero portentoso avión Lear Jet de la gobernación fueguina intentaba sobreponerse al meteoro para llegar a Ushuaia, su destino programado.

Rodolfo Pourrain, copiloto de la aeronave, enviaba un mensaje a tierra… “Estoy con el canal a la vista”. Sería su último contacto con la torre de control.

Nada más se supo del derrotero de la nave. En instantes cundió la alarma y poco a poco la noticia de la tragedia fue ganando las planas de la prensa en todo el país.

El Lear Jet se hundió en el Beagle y con él los cuerpos de sus doce ocupantes, entre ellos el Gobernador Ramón Trejo Noel y su esposa, Olga Luisa de Trejo.

Venían con ellos los ministros Roberto Luis Campanella (de Gobierno) y Fernando Diego García (de Economía). La comitiva se completaba con Ernesto Julio Löffler (legislador territorial), Ricardo Luis Sica (Secretario Privado de Trejo), Guillermo Marcilese (Secretario General de la Gobernación), Carlos Alberto Lisa (Delegado en Buenos Aires), Nora Ormiston (Asesora de Acción Social en Río Grande), Pedro Alberto Altuna (Sobreestante del Intevu) y los pilotos Mario Marconcini (Director de Aeronáutica) y Rodolfo Mario Pourrain.

Veinte años después otro radical, el legislador José Barrozo, diría de ellos que “Se habían ido no sólo los pasajeros del trágico accidente, sino que se habían ido muchas esperanzas y sueños de los fueguinos. Nos había dejado un gobernador como don Ramón Trejo Noel, que había marcado una tenaz voluntad de trabajo con un gran espíritu democrático basado en el diálogo y la solidaridad”.

Así lo recordaron por siempre no sólo sus correligionarios, sino toda una comunidad que vio en él a un luchador por el futuro. Precisamente el día en que murió, Trejo Noel venía de discutir con el entonces Presidente Raúl Alfonsín –su entrañable amigo personal- dos temas fundamentales: la provincialización de Tierra del Fuego y la extensión de la ley 19640 de PrAquel 15 de mayo de 1984, Trejo Noel traía en su regreso muy buenas noticias, dicen. 

El Lear Jet volvía con la comitiva de funcionarios desde Capital Federal a Ushuaia. Cuando la aeronave estaba en zona para su aterrizaje en Río Grande, uno de los hijos del gobernador, Luis Tachi Trejo bajó con su esposa. Embarcaron en el mismo vuelo Roberto Campanella, Pedro Altuna, Ernesto J. Löffler y Norma Ormiston. La nave despegó a las 16.20 con destino a Ushuaia, a las 16.38 el copiloto avisaba que estaban a punto de comenzar el descenso. Alberto Pérez, miembro de la tripulación, operaba desde tierra dando el ok para el aterrizaje, que sería como cualquier otro.

A las 16.42 el avión estaba oficialmente en emergencia. Se había perdido todo contacto radial y el chubasco de nieve dificultaba las tareas de los torreros que intentaban en vano buscarlo en el cielo.

El “pájaro naranja” había desaparecido, llevando consigo a 12 personas y aunque las tareas de búsqueda se iniciaron de inmediato, el resultado no podía ser peor: no hubo sobrevivientes.

En cuanto las condiciones climáticas lo permitieron, comenzó una incesante búsqueda terrestre, aérea y marítima, llevada a cabo por la Armada Argentina, la Prefectura Naval, la Policía Territorial y Defensa Civil, entre otros.

Al día siguiente del accidente, un fotógrafo y buzo profesional radicado en Ushuaia, Héctor Elías Monsalve se zambulló en las heladas aguas del canal.

Monsalve, (que cuenta en su legajo con el descubrimiento del barco hundido Monte Cervantes), exploró por dos semanas, siempre azotado por la tormenta, hasta que encontró el lugar preciso, a 30 metros de profundidad, destrozado, yacía sumergido el pájaro naranja.

Los días previos, y en angustiosa tarea, se fueron hallando cuerpos, algunos de ellos a treinta metros de profundidad, aunque después del sexto día, la jefatura de la Región Aérea Sur había descartado la posibilidad de producir nuevos hallazgos. Entre los objetos rescatados se pudo contabilizar uno de significado muy especial, el maletín de Don Ramón, lleno de trámites y sueños.

Fuente

Radio Fueguina 


4 dic 2024

Jorge Luis Fontana

El explorador argentino Jorge Luis Fontana nació en Buenos Aires el 19 de abril de 1846 y fue un militar, geógrafo y escritor, así como también el primer gobernador del territorio nacional de Chubut, y fundador de la ciudad de Formosa. El 17 de enero de 1859, contando con tan sólo 13 años de edad, se enlista como soldado del ejército en la Comandancia de Río Negro, donde tuvo su bautismo de fuego al luchar contra los indios invasores, destacándose por su valor, por lo que mereció la mención de “soldado distinguido”. Se trasladó a Buenos Aires con el fin de estudiar medicina y física.


En 1875 fue designado secretario de la gobernación del territorio del Chaco. Años más tarde, en abril de 1879 fundó la ciudad de Formosa. En 1884 finalizan las tareas de colonización militar en el Chaco. A partir de ese momento Fontana recibe órdenes de trasladarse a Chubut y es nombrado gobernador al año siguiente. Su espíritu explorador no descansa y realiza varios viajes de reconocimiento en la Patagonia. Además organizó y dirigió la dirección de la IV Comisión Demarcadora de Límites con Chile. 

De regreso a la Patagonia que había visitado en su infancia, y en 1884 fue nombrado primer gobernador del nuevo Territorio Nacional del Chubut. Allí dirigió la expedición al oeste, con un grupo explorador denominado los «Rifleros del Chubut», que descubrió el valle 16 de octubre, zona fértil precordillerana que se convertiría en un nuevo asentamiento de la colonia galesa de Trevelin. Transcurrió sus últimos años en la provincia de San Juan, donde ocupó varios cargos públicos y comunitarios.

2 dic 2024

Historias de Puerto Santa Cruz

Según las crónicas históricas, Magallanes y su flota pasaron el invierno en Puerto Santa Cruz, hasta que finalmente zarparon del puerto de San Julián el 24 de agosto de 1520. Otra de las personalidades reconocidas a nivel mundial que llegó hasta este remoto lugar fue el naturalista inglés Charles Darwin, cuando siglo más tarde, en 1832, arribó en la nave HMS Beagle comandada por el capitán Robert Fitz Roy.


Puerto Santa Cruz está considerada como la ciudad histórica más antigua de Santa Cruz y de la Patagonia. Desde la llegada de Magallanes en 1520, miles de navegantes y exploradores han llegado hasta este rincón de la Patagonia. El nombre proviene del piloto Juan Serrano, de la expedición de Magallanes, quien arribó a bordo de la Nao Santiago a sus playas el 3 de mayo de 1520, el día de la “Invención de la Santa Cruz”, razón por la cual bautizó al lugar con ese nombre.

El militar Carlos Moyano fue nombrado primer gobernador del Territorio Nacional de Santa Cruz en 1884, quien se encargó de organizar y establecer otras localidades tales como Río Gallegos y Puerto Deseado. Además, buscó conseguir inversores para colonizar la región. Parte de su tarea incluyó un viaje a las Islas Malvinas en 1885, donde compró ovejas y carbón. En aquellos tiempos, el entonces presidente Julio Argentino Roca le había dado instrucciones a Moyano para que traiga agricultores y se establezcan en Santa Cruz. El gobierno nacional buscaba poblar la Patagonia, el cual era un territorio totalmente aislado y desolado.

Puerto Santa Cruz es un lugar ideal para descubrir más acerca de la historia de la Patagonia, ya que cuenta con muchos edificios antiguos. El recorrido por la ciudad abarca diversos monumentos que nos cuentan la historia de Puerto Santa Cruz. Uno de ellos es el mausoleo donde descansan los restos de Carlos Moyano, el primer gobernador del territorio de Santa Cruz. 

También se destaca el monumento al Centenario, el cual comprende una amplia explanada donde es posible observar una cruz de hierro frente a la ría Santa Cruz que conmemora el hecho histórico protagonizado en Cañadón Misioneros por la Escuadra Naval al mando de Comodoro Py en 1878. El monolito recuerda el acto de reafirmación de la Soberanía Nacional en la Patagonia. Por otro lado, el Monumento al Comandante Luis Piedrabuena destaca a uno de los pioneros de la Patagonia, considerado defensor de las costas patagónicas.

Si bien hoy día la ciudad se enorgullece de este título de primera capital, no lo fue por mucho tiempo: solamente tres años. Hasta 1887, cuando el gobernador Ramón Lista decidió trasladar la administración a Río Gallegos. Pero no por eso la ciudad deja de reivindicar este título que le dio su historia: un letrero y un barco azul y blanco en medio de la avenida Roca se encargan de recordarlo a todos los recién llegados. La mayoría de los monumentos de la ciudad están concentrados en el paseo costero de la ciudad. El más reciente de todos erigido hace muy poco en memoria de Néstor Kirchner.

Un monumento significativo es el que custodia los restos del primer gobernador de Santa Cruz, Carlos María Moyano, que se encuentra en un lugar conocido como Punta Reparo: se cree que allí Magallanes hizo una misa durante una escala en tierra firme durante su búsqueda de un paso hacia el oeste. En las cercanías está la iglesia, la cual fue inaugurada en 1909 y es uno de los primeros edificios de mampostería de la ciudad.

Según las crónicas, los habitantes habían juntado fondos para construirla y para 1904 lograron alcanzar la suma de 2500 pesos, como indica un cartel en la vereda. La iglesia alberga un tesoro histórico de gran importancia: un Cristo articulado enviado desde la ciudad italiana de Turín por los hermanos salesianos. Llegó junto con los vitrales, las imágenes, campanas y el reloj que llegaron al mismo tiempo desde Italia.

Puerto Santa Cruz es un destino ideal también para aquellos que quieran apreciar la naturaleza y los paisajes patagónicos. Además, cuenta con una gran diversidad marina, lo que hace que sea uno de los lugares con mayor biodiversidad del sur de Argentina. Es posible realizar avistajes, como por ejemplo de pingüinos de Magallanes, cormoranes, así como también lobos marinos.

Desde Puerto Santa Cruz también es posible visitar la localidad vecina de Piedra Buena, con sus calles llenas de referencias a la obra de Dante Quinterno. Otra opción es recorrer la isla Pavón entre los brazos del río y visitar la réplica de la casa del comandante Luis Piedra Buena. No muy lejos se encuentra el Parque Nacional Monte León, otro de los atractivos turísticos más importantes de la provincia.

Visitar Puerto Santa Cruz es hacer un viaje al pasado y descubrir la historia de los comienzos del poblamiento en la Patagonia.

El Museo Carlos Borgiali, a orillas del estuario, fue creado en 1987 para recordar la vida de los primeros habitantes indígenas y los primeros colonos, así como también para conocer mejor la naturaleza de la región. El museo cuenta con un interesante archivo de fotos de los tehuelches y también animales embalsamados, los cuales son todos originarios del sur de la Patagonia. Otro de los museos de Puerto Santa Cruz es la Casa de los Pioneros, una entidad privada con una colección de objetos, muebles, recuerdos y testimonios de los primeros habitantes de Puerto Santa Cruz.


29 nov 2024

Valle de Genoa, tierra de pioneros

José de San Martín se encuentra en el departamento Tehuelches en la provincia de Chubut, a 190 kilómetros de la ciudad de Esquel y en el valle del río Genoa, a 7 kilómetros de la mítica Ruta 40.  

Esta pequeña localidad tiene atractivos de mucho valor histórico y cultural, los cuales están relacionados con los pueblos originarios, así como también con los colonizadores que poblaron la zona. José de San Martín se destaca por su histórico Valle de Genoa, que, según las crónicas históricas, el primer explorador europeo que lo mencionó fue el inglés George C. Musters, cuando recorrió la Patagonia desde el río Santa Cruz hasta Carmen de Patagones junto con un grupo de tehuelches entre 1869 y 1870. 

En aquellos tiempos, Musters llamó al paraje “Henno Kaik” (Parador Henno). Con el paso del tiempo se deformaría la voz hasta su denominación actual: “Genoa”.  

En 1869 ocurrió uno de los hechos históricos con mayor relevancia en la Patagonia: los tehuelches enarbolaron la bandera argentina. Las crónicas dicen que Musters estuvo presente en una reunión de Mapuches, los cuales estaban al mando del cacique Hinchel o Sinchel. Durante aquel encuentro, los tehuelches Aonikenk enarbolaron la bandera de nuestro país. 


El cacique Casimiro Biguá fue el primer tehuelche argentino quien junto a otros tres jefes juraron lealtad y reconocieron como propio al pabellón celeste y blanco a orillas del arroyo Genoa el 3 de noviembre de 1869. Hay un monumento en José de San Martín que recuerda ese hecho histórico. 

Los primeros colonos que poblaron la zona de la actual José de San Martín llegaron en el año 1895. Fue en aquel entonces cuando el gobierno nacional creó una colonia agrícola y pastoril y la bautizó General San Martín. 

La condición era que cada colono debía forestar y cultivar una parte, sin embargo, la extrema aridez de la zona hizo que fracasara el emprendimiento, conllevando a que las tierras sean usadas por los estancieros para la cría de ovejas. A pesar de las dificultades, los colonos persistieron y se quedaron en el lugar, lo cual permitió formar el pueblo, el cual se fundó el 11 de noviembre de 1901. 

La Colonia General San Martin fue creada por el presidente Julio Argentino Roca en 1892 y abarcaba 125.000 hectáreas. Los lotes pastoriles fueron destinados a indígenas y personas sin propiedades. El cacique Valentín Sayhuenque se asentó allí con sus trece hijos y varias familias, las cuales pertenecían a la etnia mapuche. El plan del gobierno nacional no tuvo éxito, ya que las tierras no eran aptas para el cultivo, además eran muy pequeñas para una ganadería de ovinos sustentable, lo cual llevó en cambio a que las tierras fueran aprovechadas por los grandes emprendimientos ovinos. 






25 nov 2024

La costa de Santa Cruz, remota y solitaria

La provincia de Santa Cruz forma parte de la vasta región de la Patagonia, es una de las áreas más remotas y menos pobladas del país. Con una extensión de aproximadamente 243,943 km², es la segunda provincia más grande de Argentina, después de Buenos Aires, y limita al oeste con Chile, al este con el Océano Atlántico, al norte con la provincia de Chubut y al sur con la provincia de Tierra del Fuego.


Santa Cruz es un territorio de contrastes y paisajes inmensos, donde el aislamiento y la inmensidad de sus paisajes evocan una conexión profunda con la naturaleza y un sentido de libertad que solo lugares tan vastos y prístinos pueden ofrecer.

La inmensidad en Santa Cruz se percibe como una especie de vértigo silencioso y sobrecogedor. A dondequiera que se mire, el horizonte parece inalcanzable, y uno se siente una pequeña presencia en medio de un entorno sin límites. Es una tierra de espacios abiertos que no tienen fin, de cielos enormes que se despliegan como lienzos infinitos y de una quietud que parece detener el tiempo.

Caminar por las playas de Santa Cruz evoca una sensación única de libertad y conexión con la naturaleza en su estado más puro. El viento acaricia el rostro con una frescura indomable, y el sonido de las olas rompe el silencio que parece envolverlo todo. Las piedras están esparcidas en un paisaje que da la impresión de haber sido descubierto por primera vez. A cada paso, el paisaje inexplorado invita a perderse, a caminar sin prisa, observando el horizonte infinito. 

El mar en Santa Cruz inspira una libertad que es tanto externa como interna. La falta de fronteras visibles, el movimiento continuo de las olas, el sonido rítmico y envolvente —todo esto crea una atmósfera donde las preocupaciones se disipan. Incluso en los días en que el viento se alza y las olas crecen, hay una sensación de energía y poder que invita a soltar cualquier carga y simplemente ser.

Aquí, en esta soledad majestuosa, se percibe la grandeza de lo eterno y lo salvaje. Las nubes avanzan en el cielo como si fuesen dueñas del tiempo, y el mar frío y agitado trae una paz que sólo se encuentra en estos lugares apartados del mundo.


23 nov 2024

Fotos con historia: Francisco P. Moreno y el Ferrocarril


Francisco Pascasio Moreno, conocido como Perito Moreno, fue un explorador, científico, geógrafo y naturalista argentino cuya labor fue crucial para el desarrollo, estudio y conservación de la región de la Patagonia. Fue uno de los primeros exploradores en recorrer vastas áreas de la Patagonia, mapeando sus paisajes, lagos, ríos y montañas. Su trabajo fue fundamental para el conocimiento geográfico de una región en gran medida inexplorada en su época. Documentó lugares emblemáticos como el Lago Argentino, el Lago Nahuel Huapi y el Glaciar Perito Moreno, que lleva su nombre en su honor.

Foto. Fuente: Archivo Visual Patagónico 


15 nov 2024

San Julián y la colonia de Floridablanca

“La Patagonia, esa tierra inhóspita y desolada, eternamente barrida por el viento, es la página en blanco en la que los hombres han escrito una historia hecha de sueños y adversidades, de utopías y fracasos. Las aventuras de intrépidos navegantes y conquistadores, de exploradores acechados por piratas y corsarios; los enfrentamientos entre indios y blancos; las peripecias de fugitivos de todas partes del mundo y de los abnegados colonos que llegaron en busca de tolerancia y prosperidad, dibujan sobre las desérticas mesetas un mapa de desafíos, sangre y quimeras". (“Barridos por el viento”, Roberto Hosne)

La ciudad de Puerto San Julián, ubicada en la provincia de Santa Cruz, nos invita a vivir una experiencia diferente en la Patagonia argentina, donde no solamente disfrutamos de sus paisajes naturales, sino que también descubrimos su historia, la cual se remonta a la llegada del célebre capitán portugués Fernando Magallanes en 1520. La ciudad está ubicada en el centro costero de Santa Cruz, a 3 kilómetros de la ruta nacional 3 y a 360 kilómetros al norte de la ciudad de Río Gallegos. 

Puerto San Julián tiene todo si queremos vivir una auténtica experiencia: la inmensidad de sus playas, sus áreas naturales protegidas con especies únicas en el mundo, así como también su legado histórico. San Julián representa el típico asentamiento portuario de la Patagonia, el cual se caracteriza por su extensa costa, invitándonos a caminar por la costanera y disfrutar de los atardeceres patagónicos, siempre tan especiales. 

La ciudad fue declarada lugar histórico en 1943, rememorando la celebración de la primera misa rezada en territorio argentino en oportunidad del desembarco de Magallanes y su tripulación en el año 1520. El eslogan de la ciudad: “Origen del mito patagónico”, está muy bien merecido. Ha sido el sitio de los primeros desembarcos europeos en tierras patagónicas y el lugar donde por primera vez el hombre europeo se encontró con los nativos: los tehuelches. 

“Llegamos (31.03.1520) a los 49º y medio de latitud meridional donde encontramos un buen puerto, y como el invierno se aproximaba, juzgamos a propósito pasar allí la mala estación”, anota el cronista de la expedición Antonio Pigafetta en su diario, en referencia a la bahía y Puerto de San Julián. Magallanes ordena racionar los alimentos y el vino y comunica imperativamente que invernan en este paraje, lo cual disgusta a la tripulación. Cabo Curioso y Punta Desengaño son los extremos Norte y Sur de la Bahía. De la expectante curiosidad al desengaño: estos nombres resumen los episodios dramáticos que vivió la expedición en estas costas.

“Un día en que menos lo esperábamos -escribe Pigafetta- se nos presentó un hombre de estatura gigantesca. (...) Al vernos, manifestó mucha admiración, y levantando un dedo hacia lo alto, quería sin duda significarnos que pensaba que habíamos descendido del cielo. Este hombre era tan alto que con la cabeza apenas le llegábamos a la cintura. Era bien formado, con el rostro ancho y teñido de rojo, con los ojos circulados de amarillo, y con dos manchas en forma de corazón en las mejillas. (...) Su vestido, o mejor, su capa, era de pieles cosidas entre sí (...). Llevaba en la mano izquierda un arco corto y macizo, cuya cuerda, un poco más gruesa que la de un laúd (...); y en la otra mano, flechas de caña, cortas, en uno de cuyos extremos tenían plumas…”. 

Si bien el primer contacto entre nativos y europeos fue amistoso, todo terminó muy mal. Magallanes capturó a tres nativos para llevarlos ante el Rey de España mediante un engaño. Pigafetta narra: “…les dio una gran cantidad de cuchillos, espejos, y cuentas de vidrio, de modo que tuvieron las dos manos llenas; enseguida les ofreció dos grillos de hierro, de los que se emplean para los presos, y cuando vio que los codiciaban (les gusta extraordinariamente el hierro) y que, además, no podían cogerlos con las manos, les propuso sujetarlos a los tobillos para que se los llevasen con mayor facilidad… En cuanto se dieron cuenta de la superchería se pusieron furiosos” 

Floridablanca

Entre 1780-1784 la corona española estableció una colonia agrícola, para poder resguardar su posesión territorial ante otras potencias. La llamaron Colonia Floridablanca. Ante la amenazante presencia de los ingleses en las costas patagónicas, el rey de España Carlos III mandó a fortificar cuatro puertos. Finalmente, sólo se concretó la iniciativa en Carmen de Patagones y Floridablanca, en la bahía San Julián. 

La corona española se propuso llevar a la práctica un proyecto de sociedad ideal estableciendo un nuevo modelo en el que se fomentaría la igualdad entre los hombres, la agricultura como fuente de riqueza y la familia como pilar de la sociedad. Sin embargo, la colonia no prosperó. Las ruinas de Floridablanca han sido declaradas Lugar Histórico Nacional y en los últimos años un equipo de arqueólogos de la Universidad de Buenos Aires ha comenzado a trabajar para la conservación y exhibición de las piezas que provienen de las excavaciones. 



Mi libro "Historias de la Patagonia"

‘ Historias de la Patagonia’ es una maravillosa crónica histórica y viajera de una región especial conocida como “el fin del mundo”. Desde l...