30 abr 2024

Las huellas de Darwin

Diario de un naturalista

Con apenas 22 años; el 27 de diciembre de 1831; Charles Darwin inicia; desde su natal Inglaterra; un viaje que sería no solo determinante para su propia vida, sino que constituiría el espejo revolucionario; y traumático a la vez; donde se miraría la ciencia de allí en más. En ese viaje; que desgrano en unos voluminosos diarios; lo trajo a las costas del Plata y luego; lo llevó a la misteriosa; lejana e inexplorada Patagonia argentina. Esos cinco años alrededor del mundo quedaron plasmados en su ya clásico A Naturalist's Voyage Round the World (Viaje de un naturalista alrededor del mundo).


Ese diario; del que aquí se recorta su derrotero patagónico; muestra no solo a un científico atento y curioso; sino a un ser humano particularmente perceptivo para el que nada resulta superfluo. Podría decirse que en este trabajo da muestras de sus aptitudes para la antropología; la geología; la zoología y la paleontología sin dejar de lado; desde ya; sus agudas observaciones de sociólogo en ciernes. Su obra; de gran valor científico; resulta a la vez apasionante y curiosa para el lector profano; que puede vislumbrar en estos escritos a un genio sensible; comprometido y; finalmente; humano. “Diario de la Patagonia”, Charles Darwin. Ediciones Continente.


Cuando el HMS Beagle zarpó de Devonport el 27 de diciembre de 1831, Charles Darwin tenía apenas veintidós años y se embarcaba en el viaje de su vida. Su diario revela que es un naturalista que hace observaciones pacientes sobre la geología y la historia natural, así como sobre personas, lugares y eventos. Presenció y visitó volcanes en las Galápagos, vio la araña de gasa de la Patagonia, navegó a través de los arrecifes de coral de Australasia y registró el brillo de la luciérnaga; estos recuerdos se encuentran en estos extraordinarios escritos.

Darwin nació en Serewsbury, Inglaterra en 1809. Su padre y su abuelo eran médicos. Después de estudiar Medicina durante dos años en Edimburgo, decidió dejarlo y estudiar teología en la Universidad de Cambridge. Fue gracias a uno de sus maestros allí, el botánico Dr. Henslow, que Darwin recuperó su interés por las Ciencias Naturales, especialmente en geología, botánica y entomología. También fue este inteligente maestro quien le aconsejó a Darwin que abordara el Beagle y se uniera a la expedición del Capitán Fitz Roy como naturalista.

El viaje del Beagle

El barco de diez cañones bautizado Beagle, propiedad de la Royal Navy y comandado por el capitán Robert FitzRoy finalmente zarpó de Devonport en 1931 después de fallar dos veces debido a las fuertes tormentas. Los objetivos de la expedición fueron completar los estudios de las costas de la Patagonia y Tierra del Fuego; dibujar planos de la costa de Chile, Perú y algunas islas del Océano Pacífico y, por último, pero no menos importante, realizar una serie de observaciones cronométricas en todo el mundo. Charles Darwin formó parte de esta expedición.

Los conocimientos adquiridos durante el viaje de cinco años pusieron en marcha las corrientes intelectuales que llevaron al libro más controvertido de la época victoriana: El origen de las especies. Una introducción sobre los antecedentes del trabajo de Darwin, así como notas, mapas, apéndices y un ensayo sobre geología científica y la Biblia de Robert FitzRoy, amigo de Darwin y capitán del Beagle, proporcionan contexto para esta increíble historia. El viaje en el Beagle es la primera edición completamente ilustrada del diario de Darwin e incluye extractos de El origen de las especies para que el lector pueda conectar el viaje del autor con el descubrimiento que lo hizo famoso.

Darwin en Argentina

Cuando Darwin estuvo en Punta Alta, era el punto de referencia que tomaban los marinos y era todo soledad. El Beagle permaneció unos 45 días en el lugar y se exploró la zona en botes. Llegaron hasta la Fortaleza Protectora Argentina, que había sido fundada cuatro años antes. Es el origen de la actual ciudad de Bahía Blanca.

FitzRoy describió los fósiles que el joven Darwin subía a bordo como “cargamentos de basura aparente”. Lo que las barrancas de Punta Alta conservaban era una mandíbula inferior, un tarso, un metatarso y restos de un armadillo gigante. Análisis realizados con posterioridad demostraron que pertenecían a gliptodontes y megaterios. Se entusiasmó cuando comprobó que esos restos eran sorprendentemente similares a los ejemplares vivos. El tema lo obsesionaba. También se dedicó a la clasificación de plantas y animales y a estudiar la estratificación de los sedimentos.

Cuando cruzó los Andes, descubrió que los ratones eran distintos de un lado a otro de la cordillera y en la observación de la fauna de la isla Galápagos, le llamó la atención la semejanza de los ejemplares que antes había encontrado en el continente. Desechó la teoría de una creación divina y se inclinó por la hipótesis basada en el estudio de las variaciones de las especies. Señaló que dichas observaciones “solo pueden ser explicadas suponiendo que las especies se modifican gradualmente”.

Darwin se refería a estas tierras como “la Sudamérica española”. Conoció a Juan Manuel de Rosas, visitó sus campos y vio cómo trabajaban los gauchos a sus órdenes. Un salvoconducto que el hombre poderoso de las pampas le facilitó le permitió moverse con libertad en los convulsionados días de la revolución de los Restauradores de octubre de 1833. Cuando se cruzó con unos exaltados y todo pintaba para terminar de la peor manera, fue tratado con toda consideración al ver que contaba con la protección de Rosas. También en su diario describe su visita a Santa Fe y su encuentro con el gobernador Estanislao López.

De esta parte del mundo, le llamó la atención el grado de corrupción de la administración pública y el poco apego al trabajo de las clases bajas.

Darwin en la Patagonia

Del diario de viaje: 23 de diciembre“Llegamos a Puerto Deseado, en la costa de la Patagonia, en la latitud 47 ° Sur. El Beagle echó anclas a unos metros de la costa de la bahía, cerca de las ruinas de una antigua construcción española. Salté a tierra firme de inmediato. Aterrizar por primera vez en un país desconocido es siempre muy interesante y lo es aún más cuando el paisaje tiene sus propias características particulares y notables. Uno de ellos es el hecho de que existen inmensas mesetas sobre superficies de pórfido a 200 o 300 pies sobre el nivel del mar. Estas mesetas son completamente planas y su superficie está formada por una mezcla de guijarros y tierra blanca. De vez en cuando, hay manchas de maleza de color marrón grisáceo y rosado y algunos, pero pocos, arbustos espinosos.

El clima es seco y agradable y el cielo azul rara vez está cubierto de nubes. Todos los intentos de colonizar esta costa de América en la latitud 41 ° sur han fracasado. El simple nombre de “Puerto del Hambre” es lo suficientemente claro como para mostrar las duras condiciones que deben haber sufrido algunos cientos de pobres infelices. Es significativo que ni siquiera uno de esos hombres sobrevivió para contar su experiencia. La fauna y flora patagónica es limitada. Los escarabajos son una vista común en las mesetas del desierto y, a veces, aparece un lagarto tímidamente. También hay buitres que vuelan por el cielo azul y en los valles se pueden encontrar varias especies insectívoras.

El guanaco o llama silvestre es típico de esta región. Se le puede llamar camello de América del Sur y se encuentra comúnmente en las tierras cálidas del continente, así como en las frías islas cercanas al Cabo de Hornos. Este es un paisaje solitario y aislado. No hay árboles. Todo lo que puedes encontrar, si tienes suerte, es un guanaco que parece estar en guardia, vigilando en lo alto de un cerro. Aunque casi no se ve ningún otro animal ni siquiera un pájaro, atravesar este desierto donde no se encuentran objetos para mirar te da un gran placer y te hace preguntarte: ¿qué edad tiene esta meseta? ¿Alguna vez se ha visto de esta manera? ¿Cuánto durará esta desolación?

¿Quién puede responder estas preguntas? Todo lo que nos rodea parece eterno. Sin embargo, las misteriosas voces que se escuchan en estas inmensidades suscitan terribles dudas”.

Campamento Darwin – Eco Lodge

El contraste de estas tierras y sus paisajes nos cautiva como cautivaron a Charles Darwin allá por 1833, eligiendo este sitio para acampar y plasmar su riqueza en dibujos y su posterior teoría de la evolución. La ría imponente, sus cañadones cargados de historia y de personajes inolvidables, la inmensidad de la estepa, la espectacularidad de la Patagonia más alejada y la enorme riqueza de flora y fauna marina y de estepa - forma parte de la Reserva Natural Intangible de la Ría Deseado.


El paso de Darwin por la región quedó eternizado en minuciosos apuntes y en hermosas ilustraciones de un libro que originalmente se llamó Diario y Observaciones. Las memorias incluyen datos de biología, geología, antropología y geografía y alimentaron el conocimiento de Darwin, quien dos décadas más tarde postuló su Teoría de la evolución de las especies. El sitio denominado "Campamento de Darwin" está ubicado 110 kilómetros al sur de la ciudad de Puerto Deseado, y unos 42 kilómetros ría adentro.

Con un profundo respeto por el medio ambiente, apoyándose en tecnologías ecológicas, los propietarios de Campamento Darwin Eco Lodge reconstruyeron el antiguo casco de la Estancia Cerro del Paso, ubicada sobre la margen sur de la Ría Deseado, a 40 kilómetros de su desembocadura. Esta Estancia fue un punto estratégico en el transporte de lana y demás mercadería, uniendo a través de la ría, la Patagonia más lejana con las Pampas. Transformada hoy en Campamento Darwin- Eco Lodge, lograron fusionar el estilo auténticamente patagónico de su estructura con un exquisito y personalizado servicio: 4 habitaciones con baño privado, pensión completa y actividades con historia, aventura y naturaleza.

La Ría Deseado es la más extensa de Sudamérica, con una longitud de cerca de 50 kilómetros. A diario, cada seis horas y quince minutos, experimenta pleamares y bajamares que remodelan su cauce. Su sector navegable llega a tener, en su parte más ancha, unos dos kilómetros. Sin embargo, a la altura del "Campamento de Darwin", el hilo de agua no supera los 30 metros y, con marea baja, tiene menos de 30 centímetros de profundidad.


Guanacos, choiques (ñandúes patagónicos), maras y liebres pueden observarse en los paseos, donde incluso se llega a descubrir la presencia de zorros colorados y grises y hasta de algún puma. Se contabilizaron 36 especies en la región, pero con la particularidad de que toda la fauna costera de la Patagonia está concentrada en esta ría, por lo que las expediciones náuticas son ideales para ver de cerca pingüinos de Magallanes, pingüinos de penacho amarillo, lobos marinos y más de 20 clases de aves.

Los guías llevan a los viajeros a través de la estepa hasta Puerto Jenkins para navegar rumbo al Parque Marino Interjurisdiccional Isla Pingüino, acompañados por delfines australes y toninas overas. Pero hay muchas más aventuras disponibles: paseos en canoa, cabalgatas, recorridos en bicicleta, escaladas y caminatas por la costa serpenteante del río son opciones para vivir con adrenalina de explorador. El mirador natural desde el cual Darwin dio rienda suelta a su afán de saber sigue, hoy, siendo escenario de privilegio para quienes disfrutan de llenar de desafíos sus miradas.

En dos pequeñas cuevas de los gigantescos cañadones que rodean a la ría se hallaron pinturas rupestres con representaciones de manos pintadas en negativo, pisadas de puma, espejos de agua y huellas de ñandúes. Según investigaciones de la Universidad de La Plata, estos registros datan de 4.000 a 7.000 años de antigüedad.

 

29 abr 2024

Sobre la Tierra del Fuego

Los escritos del piloto alemán Gunther Plüschow, el primer hombre en sobrevolar la isla de Tierra del Fuego

"He venido desde mi lejana patria para volar por encima de infinidad de parajes que el ojo humano no había contemplado aún, aportando así una nueva luz a las oscuras páginas de la Historia del Mundo."

Con este párrafo comienza “Sobre la Tierra del Fuego”, el libro que escribió el piloto alemán Gunther Plüschow luego de su travesía por la Patagonia atravesando las gélidas aguas del Atlántico y sobrevolando los remotos cielos australes. 


La historia de Gunther Plüschow

El 3 de diciembre de 1928, Plüschow se convirtió en el primer hombre en llegar en un hidroavión a la isla de Tierra del Fuego, donde vivían apenas unas 600 personas que quedaron asombradas por la llegada del “Cóndor del Plata”, el hidroavión del piloto alemán, con el que ganó fama por sus aventuras. 

Era el comienzo de una increíble historia como aventurero, escritor, documentalista y admirador de la belleza de los paisajes de la Patagonia. Esta es la historia de un viaje que tardó más de treinta años en llevarse a cabo. Plüschow llegó a la Patagonia con la intención de cumplir un antiguo sueño de su niñez.

Gunther Plüschow nació el 8 de febrero de 1886 en Munich, Alemania. Entra a la Escuela Naval y termina su período de formación en 1912. Su pasión por la aviación lo llevó a ser nombrado piloto y mecánico de aviones. Fue asignado como aviador militar en Tsingtao, una colonia alemana en China junto al río Amarillo.

Después de que los japoneses invadieron China y tomaran posesión de Tsingtao, durante la Primera Guerra Mundial, Plüschow logró escapar, viajando desde Shanghái a Beijing, y de ahí a los Estados Unidos, donde toma un buque con documentos falsos desde Nueva York a Europa.

Para su desgracia, fue descubierto por la policía y llevado preso a Inglaterra. Logró escapar y tomar un barco en Holanda hasta llegar al fin a país natal, Alemania. Según las crónicas históricas, lo confunden con un espía y casi es fusilado. Luego de la derrota de Alemania y el fin de la guerra, se siente decepcionado de su patria y se retira de la Armada. Se dedicó a trabajar en la industria automotriz, arreglando autos, sin embargo, no se sentía feliz. 

Trabajó también como capitán de buque, en el que paseaba a turistas por el Mediterráneo. Todo cambió cuando un amigo le ofrece viajar a Sudamérica en buque como cronista y filmar la zona. Era el comienzo de una gran aventura. Sin embargo, la fascinación de Plüschow con Tierra del Fuego había nacido mucho tiempo antes, cuando a los diez años de edad, se maravilló al descubrir una vieja postal con la imagen de una embarcación anclada en algún lugar de las remotas costas de la Tierra del Fuego. 

Sin saber dónde era exactamente, aquella imagen quedó en su memoria y se convirtió en un sueño anhelado para el joven Plüschow. Partió de su país en 1925 y arribó al puerto de Valdivia, Chile. Aquel viaje por la Patagonia lo maravilló de tal forma que decide regresar nuevamente.


La travesía hacia Tierra del Fuego

En octubre de 1927, inicia su travesía en la góndola Feuerland (Tierra del Fuego, en alemán). Con una pequeña goleta de 16 metros de eslora, inició el largo cruce del Atlántico, con destino a su añorada Tierra del Fuego. La experiencia de navegar los mares australes era un sueño hecho realidad para Plüschow, quien, en la Patagonia, se encontró con esa magia y esa postal de su infancia, con la que durante treinta y cinco años había soñado. 

A bordo del Feuerland, Plüschow y los miembros de la expedición navegaron en el complicado y laberíntico circuito de canales y fiordos del archipiélago fueguino. Plüschow llegó a Chile en noviembre de 1928 junto a su amigo y mecánico Ernst Dreblow. El mismo día que Magallanes embocaba en el estrecho que hoy lleva su nombre, ingresaba Plüschow en él, cuatrocientos años más tarde.

Plüschow transportó su avión desarmado en cajas en el transatlántico “Planet” de la compañía Menéndez Bethy, que en esa época hacía el recorrido Alemania-Tierra del Fuego. Armó el hidroavión en Punta Arenas, trabajo que le llevó alrededor de un mes, de noviembre a diciembre de 1928. El día histórico llegó cuando el 3 de diciembre de ese año realizó su vuelo más importante, el primero entre Punta Arenas y Ushuaia. 

El vuelo a Ushuaia

La primera salida estuvo demorada por las permanentes tempestades de la región, hasta que subió la presión y se aclaró un poco. Cargan el avión con la primera correspondencia y se elevan inmediatamente. Hacen círculos sobre el Estrecho de Magallanes dando comienzo al primer vuelo en la Tierra del Fuego.

Cruzan el Estrecho y pasan por una pequeña ciudad en el Oeste de Tierra del Fuego: Porvenir. Allí la gente se alborotaba al ver por primera vez un aeroplano. De repente aparece entre las nubes Bahía Inútil al frente y sobre la derecha se veía La Gran Isla Dawson, repleto de hermosos bosques.

Las nubes se disiparon y vieron al frente la Cordillera de Darwin, con las cadenas de Valdivia y de Alvear. Cuenta que sentían algo celestial en ese momento. Volaban a 2.500 mts. Veían hielo, siempre hielo con torres y sus picos. Continuó el vuelo y pasaron por el glaciar Martielli al cual Pluschow dedicó su primera visita. Realiza una descripción impresionante de todo lo que ve alrededor, entre ellos el Cabo de Hornos y al frente el lago Fagnano. Ya sobre el lago Fagnano llevaban 1:30 horas de vuelo. De golpe un viento terrible los azota y se cubre todo de nubes donde apenas se ven las cumbres. El avión se azotaba y se preguntaba cuando era el momento de descender sin estrellarse en una montaña y en medio de una nube... Luego de un rato descubrió un agujero entre las nubes y vio agua: el Canal Beagle. Antes de que se cerrara, desciende rápidamente en círculos y en ese momento aparece ante ellos la ciudad de Ushuaia.

Reducen la potencia y apoyan suavemente los flotadores sobre el agua y se dirigen a la playa. Toda la población se reunió sobre la playa en una calurosa bienvenida. Era el primer avión del mundo en volar Tierra del Fuego. Dreblow y Plüschow se abrazaron y las banderas argentinas flameaban por toda Ushuaia. Se presentaron ante el gobernador de Tierra del Fuego y su esposa, quien los recibió con todos los honores y Plüschow entregó en mano al gobernador el primer correo que llegó a Ushuaia por los aires como paquete postal.


Llevaba allí una encomienda que mandaba el gobernador de Punta Arenas para el gobernador de Ushuaia, convirtiendo este correo en el primer correo aéreo de la Patagonia. En aquellos tiempos, la llegada de un avión al sur de Chile y a Ushuaia era un gran acontecimiento, ya que eran zonas muy aisladas que vivían sin comunicación, sin periódicos y sin alimentos frescos. La llegada de Plüschow produjo un gran entusiasmo y felicidad en Ushuaia.

Los lugareños estaban eufóricos. Lo recibió toda la población, incluso los más pequeños, los niños de la Escuela N° 1 de Ushuaia, quienes estuvieron atentos y en silencio a la orilla del mar, para poder escuchar el motor de la inmensa hélice del hidroavión Heinkel HD-24. Todo el viaje fue filmado y conservado, lo que lo convierte en un documento único y muy valioso para la historia de la aviación mundial. Por primera vez en la historia de la aviación mundial, un hombre surcaba los cielos de un territorio donde reina un clima hostil e impredecible, que lo hizo, una y otra vez, enfrentándose con la muerte.

"La pequeña y coqueta población de Ushuaia yace ahora a mis pies; me deslizo muy abajo, casi tocando sus techados, y doy repetidos rodeos, volando en círculo de honor. Los habitantes en masa se encuentran en las calles y nos ovacionan calurosamente. La simpática esposa del gobernador, con un ramo de flores preciosas en la mano nos saluda. Un momento después, pósanse mis flotadores en el agua, delicadamente. Dreblow y yo nos estrechamos en fraternal abrazo. ¡El día de hoy ha sido el más grandioso de nuestra vida!"

Con estas palabras Plüschow plasmó en su libro “Sobre la Tierra del Fuego” su emoción al llegar a Ushuaia. Después de su primer vuelo a Ushuaia, Plüschow relató: “Emprendí el regreso el martes 4 a las 17:30 horas encontrando fuertes tempestades en la ruta. La cordillera Darwin la cruce en 1 hora y 30 minutos, contra 15 minutos demoré la ida. Soporté temperaturas de 20 grados bajo cero y subí hasta 2.500 metros, por los vacíos de 200 metros que encontré”.

A Plüschow lo impulsaba siempre el deseo de aventura. Y el mundo entero, a través de sus filmaciones desde el aire y del magnífico documental que armó a su regreso, puede dar fe de ello.

El célebre piloto alemán no solamente fue pionero de la aviación en el espacio aéreo patagónico y fueguino, sino que también fue el primero en sobrevolar la cordillera Darwin, en la Tierra del Fuego chilena, el primero en volar sobre Ushuaia, el temido Cabo de Hornos y las imponentes Torres del Paine. La expedición de Plüschow demandó dos años y trajo sus frutos: una valiosa colección de fotografías y un extenso documental sobre todo el viaje.

A fines de 1930 decide regresar a su amada Patagonia, decidido a explorar hacia el norte siguiendo la Cordillera de los Andes, llegando a El Calafate, en la provincia de Santa Cruz, donde se maravilla con la grandiosidad del Glaciar Perito Moreno, documentando la primera exploración aérea de esta región en fotografías, películas y anotaciones. Para este segundo viaje planificó una serie de sobrevuelos, los cuales no había podido concretar en su expedición anterior.

El hidroavión de Plüschow había sufrido graves deterioros y más allá de los intentos de Ernst Dreblow por volver al mítico Cóndor del Plata a su estado original, una de sus alas se quebró después de una sucesión de peligrosos vuelos por la Cordillera de los Andes sobre el lago Rico, en territorio argentino. Ni Plüschow ni Dreblow sobrevivieron.

Los dos saltaron antes de que el avión se desplomara sobre las aguas del lago. Plüschow se estrelló contra las duras cosas y murió al instante. Dreblow pudo nadar hasta la orilla, pero murió ni bien llegó a ella, de un paro cardiaco, dada las bajas temperaturas del lago.

Gunther Plüschow es uno de los personajes que forman parte de la historia de la Patagonia. Luego de más de 90 años de su travesía, su legado continúa presente en el sur de Argentina y Chile.

Referencias

“Sobre la Tierra del Fuego”, Gunther Plüschow.

 

 

28 abr 2024

Los bóers de Chubut

Argentina es un país de inmigrantes. Millones de personas llegaron al país a lo largo de la historia, especialmente luego de las devastadoras guerras en Europa y en otras partes del mundo. Si bien la gran mayoría de los inmigrantes que llegaron fueron españoles e italianos, también hubo muchos otros de diversas nacionalidades. Uno de los procesos migratorios y culturales más interesantes de Argentina sucedió en la provincia de Chubut: la llegada de los bóers provenientes de Sudáfrica.

El contexto histórico

La política oficial de la Argentina desde 1860 fomentaba la radicación de inmigrantes europeos. Esta política se incrementó especialmente después de 1880, una vez finalizada la campaña militar de Julio A. Roca. Fue en aquel entonces cuando se dictaron las leyes 1532 de Territorios Nacionales y la Ley del Hogar de 1884 para fomentar la radicación de migrantes europeos. El Gobierno Nacional concedía pequeños lotes de tierras para la explotación agrícola, además de asegurarles la libertad de culto y asociación.


En el marco del fomento a la inmigración europea, el ministro de Agricultura Wenceslao Escalante se interesa en la colonización de la Patagonia, contando con el antecedente de la instalación de las colonias galesas en el valle del territorio del Chubut. Dado el relativo éxito de las colonias galesas, se buscaba grupos con fuertes lazos comunitarios considerando que dichos lazos compensarían la falta de infraestructura económica.

La llegada de los bóers tuvo lugar entre 1902 y 1907, cuando alrededor de 650 familias llegaron a Chubut, provenientes de Sudáfrica. La razón de la llegada a estas tierras lejanas se debió al conflicto con los colonizadores británicos en 1902, en el cual los bóers fueron derrotados. El resultado de la guerra Anglo-Bóer, la cual se extendió entre 1899 y 1902, fue la anexión a la corona británica de las repúblicas independientes de Orange y Transvaal.

El Transvaal se había convertido en el mayor exportador de oro del mundo; como tal, cabía esperar que su preponderancia económica en el sur del continente derivara en una supremacía política, así que Gran Bretaña miraba de reojo lo que ocurría ahí. El oro había atraído a gente de muchos lugares del mundo, pero principalmente a súbditos ingleses (en esa época había “súbditos ingleses” en todo el mundo, ya que Gran Bretaña era un imperio dominante) que constituyeron así una parte considerable de la población del territorio y empezaron a exigir derechos de ciudadanía.

Los bóers intentaban proteger sus yacimientos de oro de la explotación británica y rechazaron garantizar derechos políticos a los “uitlanders” (residentes extranjeros), que aumentaban en número progresivamente, acercándose a la cantidad de “afrikaners” (que son los “bóers”, descendientes de los colonizadores holandeses del siglo XVII). Las tensiones aumentaron; los británicos aumentaron sus efectivos militares en la colonia de El Cabo (al sur), comenzaron las hostilidades fronterizas, y finalmente, en octubre de 1899, empezó el conflicto armado.

Para dominarlos, las tropas inglesas, bajo el mando del comandante Horatio Kitchener, utilizaron el recurso de la “tierra quemada”, devastando y quemando terrenos y propiedades boers. Unas 250.000 personas, entre boers y africanos negros, fueron expulsados de sus tierras, capturados y llevados a campos de concentración, donde murieron unas 40.000 personas, incluyendo mujeres y niños. Las noticias sobre el tratamiento inhumano dado por los británicos a los prisioneros generaron una imagen muy negativa de Gran Bretaña ante la comunidad internacional.

El origen de la palabra "bóer" proviene del holandés y significa "campesino". El término se utilizaba para llamar a los descendientes de los holandeses que colonizaron el sur del continente africano. La lengua que hablaban se conocía como el "afrikáans." La gran mayoría de ellos se asentaron en lugares remotos y se dedicaban a la agricultura y la ganadería.

Muchos de los bóers decidieron emigrar a diferentes partes del mundo, ya que no estaban dispuestos a vivir bajo el control de un gobierno británico. La Patagonia fue uno de esos lugares.

Según las crónicas históricas, el primer contingente arribó a Comodoro Rivadavia, en aquel entonces, apenas un caserío que sólo cobijaba una treintena de habitantes. Comodoro Rivadavia era un páramo, un lugar remoto y alejado de las grandes ciudades.

A finales de 1901, el consulado argentino en Ciudad del Cabo promocionaba la migración de estos grupos, así como también ofrecía la posibilidad para el desarrollo de la ganadería ovina en la provincia de Chubut. El ministro de agricultura de aquel entonces, Wenceslao Escalante estimaba que la meseta patagónica tenía muchas similitudes geográficas con la zona que ocupan los bóers en Sudáfrica, con lo cual se adaptarían más fácilmente en esta zona de Argentina. El gobierno argentino les ofreció una superficie de 150.000 hectáreas, las cuales estaban subdivididas en lotes.

El proceso migratorio de la colectividad de los bóers en Chubut se caracteriza por ser una migración planificada de grupos familiares que llegaron en tres oleadas. El primer grupo arribó en 1902 y estuvo formado por unas pocas familias. Los otros dos contingentes llegaron en 1903 y 1904, respectivamente.

Colonia Escalante

El primer asentamiento de los bóers tuvo lugar en Colonia Escalante, donde se dedicaron a la cría de ganado lanar u ovino, así como también construyeron caminos y se adentraron en los campos de la zona. Desde sus inicios, Colonia Escalante se caracterizó por ser un núcleo de población diferenciado, que intentó mantener sus características: idioma, religión y costumbres. En este sentido las pautas matrimoniales de grupo fueron marcadamente endogámicas, lo cual se evidencia en los lazos de parentesco que muchas familias aún conservan en la actualidad.


El panorama para los recién llegados era sumamente desalentador, más que nada si consideramos la escasez de agua y la nula infraestructura de los lotes que les fueron otorgados. Así y todo, para 1905 se estima que en la Colonia Escalante –bautizada así en honor al Ministro de Agricultura, principal impulsor de la creación de la colonia– vivían unas 400 personas. Estos colonos se dedicaron principalmente a la producción lanar y en menor medida agrícola, que comerciaban luego en la ciudad de Comodoro Rivadavia.


Los bóers consideraban que la educación de los niños era fundamental, con lo cual fue una preocupación desde los inicios de la colonia. Conformaron escuelas rurales que funcionaban en las mismas estancias. Además de los contenidos educativos, se desarrollaban distintas prácticas religiosas también. Muchos de los primeros colonos oficiaron como maestros al principio, una vez que contaban con un pastor estable era éste quien los educaba.

Fue en 1903 cuando transportaron por primera vez en carreta sus productos al pueblo para comercializarlos. Los bóers también fueron los que impulsaron las primeras perforaciones para extracción de agua para Comodoro Rivadavia y sus alrededores. Gracias a esas primeras solicitudes al Gobierno Nacional para traer las máquinas perforadoras fue el descubrimiento de petróleo. Aún hoy el agua captada por YPF (Yacimientos Petrolíferos Fiscales) en 1912, abastece a la población de Comodoro Rivadavia y sus alrededores. Desde ese momento, y en honor a su primer poblador, se lo llama "Manantiales Behr".

Los bóers eran muy religiosos y fervientes creyentes. De alguna manera, llegar a la Patagonia, era llegar a "la tierra prometida”. Aquellos primeros colonos que llegaron a Chubut eran calvinistas, pero se diferenciaban en dos grupos: los Reformados Holandeses y los simplemente Reformados, ambos de origen holandés, pero con variantes pequeñas. En el año 1912 se instituyó la Iglesia Reformada en Comodoro Rivadavia, y allí se planteó la posibilidad de contar con un templo, así como también con un pastor estable. Con el esfuerzo de los colonos, en 1934 se inauguró la Iglesia Reformada bajo la frase «A la Gloria de Dios» (en afrikáans, «God alleen die eer»), hoy llamada Iglesia Evangélica Reformada Sudafricana.

“Los sudafricanos eran muy, muy creyentes, al llegar a la Patagonia trajeron sus biblias en afrikáans […] Antes de contar con el templo, los cultos se realizaban en las mismas estancias oficiados por algún colono […]. En ocasiones luego de alguna buena temporada de esquila, por ejemplo, se juntaban fondos entre los mismos vecinos de la Colonia para traer un pastor de Sudáfrica, se quedaban por una temporada y luego regresaban”. (Martín Blackie, en “Migraciones en la Patagonia”).

El legado de los bóers

En Comodoro Rivadavia también se creó la iglesia reformada neerlandesa, lo cual contribuyó a mantener unida la comunidad, especialmente con la creación de la "Asociación Cristiana de Mujeres" en 1926, cuyo primer objetivo era la solidaridad y beneficencia. Gracias a los fondos que eran recaudados era posible satisfacer muchas de las necesidades que tenía la colonia.

En 1992 se fundó la Asociación Colectividad Sudafricana del Chubut, la cual tiene como objetivo conservar, difundir y promover su cultura, tradición e idioma afrikáans. La historia de los bóers de Chubut es tan particular que hasta provocó el interés de lingüistas de la Universidad de Michigan en los EE.UU., quienes llevaron a cabo un estudio sobre el uso del afrikáans en la comunidad. De acuerdo a este estudio, el dialecto conserva elementos del afrikáans anterior a 1925, cuando el gobierno sudafricano lo reconoció como idioma oficial.

En los últimos años ha surgido un interés en promover la herencia cultural de los bóers en Chubut, un ejemplo es la creación de un centro cultural y museo en la localidad balnearia de Rada Tilly, el cual fue creado por miembros de la colectividad local.

La historia de los bóers representa un auténtico ejemplo de la diversidad cultural y el crisol de razas de Argentina. Después de más de 100 años de la llegada de los bóers a la Patagonia, la comunidad sigue existiendo, así como también su legado. 

  

Corbeta Swift, la historia de un naufragio

Un capítulo importante de la historia de la Patagonia comenzó con las expediciones de famosos navegantes, piratas y conquistadores. A lo largo de la historia, las costas del sur de Argentina fueron testigo de cientos de expediciones. Desde que Magallanes descubrió la costa patagónica y el Estrecho que lleva su nombre, siempre ha sido una tierra de conquista y colonización.


El océano Atlántico Sur es conocido por sus fuertes tempestades, así como también por sus valientes marineros que navegaron las aguas del “fin del mundo.” Desde el siglo XVI en adelante, fueron aumentando las expediciones hacia el Nuevo Mundo y el Estrecho de Magallanes fue un territorio de alto valor estratégico para la navegación hispana hacia Oriente.

Navegar en las latitudes australes era una odisea, pues no existía la tecnología con la que cuentan actualmente los barcos. Corrientes traicioneras, icebergs, y muchos islotes ocultos por el agua, presentaban un desafío para los marineros de la época. Muchos de los navegantes que llegaron a las costas de la Patagonia conocieron esta parte del mundo de la manera más trágica: en un naufragio.

A pesar de que el tráfico marítimo por el Atlántico Sur disminuyó considerablemente desde la apertura del Canal de Panamá en 1914, en la actualidad transitan muchas naves de gran tamaño, especialmente petroleros y portaaviones, así como también cruceros que se dirigen a la Antártida. Lugares como el Estrecho de Magallanes, el Canal Beagle o el temido Pasaje de Drake siguen imponiendo respeto entre los navegantes, incluso hoy en día cuando las embarcaciones cuentan con avanzados sistemas de navegación.

La historia del naufragio

El 7 de marzo de 1770 la corbeta inglesa “Swift” salió del puerto Egmont en las Islas Malvinas para realizar una exploración de la costa patagónica, un territorio que todavía estaba controlado por los indígenas. Sin embargo, el 13 de marzo la embarcación fue embestida por un fuerte temporal y el capitán George Farmer decidió refugiarse en la ría Deseado, (provincia de Santa Cruz) lugar donde encalló dos veces y luego se hundió a 50 metros de la costa.

El martes 13 de marzo de 1770, el oficial Erasmus Gower anotó en la bitácora que la corbeta HMS Swift se hundió a las 18.00 horas en la ría Deseado. La HMS Swift era una nave de guerra del tipo sloop, comparable a la categoría de “corbeta” en la clasificación náutica española.

El barco tenía una tripulación de 91 marineros y tres de ellos murieron durante el accidente. La corbeta se caracterizaba por estar armada con 12 cañones de seis libras y 14 cañones pedreros y había sido fabricada ocho años antes en Inglaterra. Según las crónicas históricas, hoy sabemos que los sobrevivientes permanecieron un mes en la costa de la ría, hasta que lograron enviar un grupo de marineros hasta las Islas Malvinas para avisar de su situación. Finalmente, fueron rescatados por la “Favourite”, otro navío inglés, enviado desde las islas.

La corbeta “Swift” es un hito relativamente importante en la historia de la navegación británica, eje de su colonialismo imperial. Su derrotero se resguarda en los libros y se evoca en el tradicional Museo Naval de Londres, pero el destino concreto del casco y los tres marineros ahogados nunca habían sido una preocupación para nadie.

Arqueología subacuática

Según la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos. y de acuerdo a lo estipulado en la convención de la UNESCO de 2001, conforman el patrimonio cultural subacuático todos los restos de cultura material que poseen más de 100 años de antigüedad. Tanto al barco como a su contenido, no importa si es o no un tesoro, se los considera de dominio público.

El hallazgo de la corbeta “Swift” fue el inicio de la arqueología subacuática en Argentina, una disciplina apasionante donde se entremezcla historia y ciencia, así como también mitos y leyendas. La historia del naufragio de la corbeta Swift había quedado olvidada y casi nadie sabía en Puerto Deseado.

La historia salió a la luz y se hizo conocida en la zona cuando un australiano descendiente de Erasmus Gower llegó a Puerto Deseado en 1975 para revelar el misterio de su antepasado y hallar los restos del barco. Sin embargo, no consiguió ninguna información adicional a los ya existentes de la bitácora oficial de 1770.

Años más tarde, el estudiante Marcelo Rosas decidió junto a un grupo de amigos revelar este gran misterio e iniciar una exploración. El resultado fue una comisión de búsqueda y rescate, la cual incluyó un club náutico local y varios vecinos de la zona. Lograron dar con los restos del barco el 4 de febrero de 1982.


La corbeta fue hallada sobre la costa norte de la ría Deseado, a unos tres kilómetros de la desembocadura y a unos 100 metros del puerto. Muchas de las piezas que se lograron rescatar estaban asentadas sobre un fondo de rocas cubiertas por sedimentos de arena y barro, a unos 18 metros de profundidad. El equipo arqueológico también descubrió los restos óseos de un marino inglés. Ahora están sepultados en el Cementerio Británico de Chacarita de Buenos Aires, en una tumba sin nombre.

Uno de los hallazgos más curiosos fue el de un huevo de pingüino dentro de un vaso de vidrio, 228 años después del naufragio. Además, se encontraron semillas de mostaza y granos de pimienta, elementos “de lujo” que, según los inventarios de la época, no formaban parte de las provisiones que la armada inglesa otorgaba a sus tripulaciones.

Pero también existe en Londres una carta del capitán Farmer expresando su deseo de llevar mostaza al viaje, lo cual permite inducir que el jefe de la nave se las ingenió para infringir las reglas. Lo que no hay forma efectiva de saber es si el capitán compartió los granos de mostaza o se los guardó para él y la oficialidad. En los últimos años, también se han hallado restos humanos que pertenecieron a los tripulantes de la corbeta Swift. 


Museo Mario Brozoski

Los restos hallados de la corbeta están exhibidos en el museo municipal “Mario Brozoski”, nombre de uno de los jóvenes exploradores, que falleció poco tiempo después del hallazgo. El museo fue creado en 1983 y 2019, luego de varios años de obras, fue reinaugurado y abrió nuevamente al público con la muestra "200 años bajo el mar. La Corbeta Swift renace en Puerto Deseado.”


Al visitar el museo es posible observar varios objetos como vasos de vidrio, cerámicos, cajones de madera, así como también botellas, vajilla, un reloj de arena, entre otros. El museo también ofrece a los visitantes la colección de material lítico de la cultura nativa de la zona, la cual pertenece al padre Molina.

El museo tiene un diseño innovador que ofrece la posibilidad de vivir una experiencia diferente, recreando un descenso al lecho marino a través de todos los sentidos. Al ingresar, una primera sala donde abunda la luz, en la superficie, presenta los cimientos que estructuran la exposición, entre ellos, el documento de Gower.


Luego, poco a poco, se incurre en un descenso que traslada al visitante al casco de la corbeta; en un espacio a media luz, con paredes de madera, donde sólo resaltan los elementos recuperados del barco, con una iluminación que enfatiza el volver a ver la luz una bomba, que habría sido empleada para recoger el agua necesaria en la cocina, utensilios de cocina, armamento, vajilla, planos y mapas.

Atravesando una suerte de algas marinas, se llega a una tercera sala, donde, suspendidos sobre un fondo celeste profundo, destacan más utensilios, y, en el piso, sobre una base de arena, muestras de la madera original del casco. Luego, atravesando otra enredadera, se emerge a la superficie y se halla información relevante sobre la acción de los pioneros que dieron el paso decisivo al descubrimiento, y todo lo que aconteció luego: recortes periodísticos, material audio-visual, líneas cronológicas sobre los hechos que motivaron la incursión primero, y los procedimientos posteriores.

La historia del naufragio de la corbeta “Swift” es una de las tantas historias de los naufragios que ocurrieron en el Atlántico Sur. Según los estudiosos del tema, se calcula que en las costas patagónicas existen 700 naufragios históricos. En la actualidad, los investigadores continúan en busca de naufragios históricos.

El recorrido por el museo nos permite vivenciar una misión de buceo en la superficie, una experiencia diferente porque expone el valor del patrimonio local, comprendiendo la importancia de la arqueología subacuática. Al terminar la visita en el museo “Mario Brozoski”, uno observa una frase que resume todo lo que representa la mítica costa patagónica: “La curiosidad puede ser el comienzo de una aventura inimaginable.”

 

27 abr 2024

Las crónicas de Teddy Roosevelt

Las crónicas viajeras del presidente norteamericano en la Patagonia 


Desde tiempos inmemorables la Patagonia ha sido una tierra que atrae a aventureros y exploradores. Existe una extraña fascinación con esta región que esconde un encanto único, ya sea por descubrir lo "desconocido", o aventurarse en los lugares más recónditos del mundo.

Una de las tantas personalidades célebres que viajó por la Patagonia, fue el presidente estadunidense Theodore Roosevelt, o simplemente "Teddy", como se lo conoce en su país.

"El hombre debe tener juventud y fuerza que busca aventuras en los espacios amplios y desolados de la tierra, en las marismas y entre las vastas masas montañosas, en los bosques del norte, en medio de las humeantes selvas de los trópicos o en los desiertos de arena o de nieve." Theodore Roosevelt

Theodore Roosevelt es uno de los personajes políticos más interesantes de la historia norteamericana. Como soldado, participó de la Guerra de la Independencia cubana en 1895 y en 1901. Fue el presidente más joven en la historia del país, cuando siendo vicepresidente del partido Republicano y luego del asesinato del Presidente McKinley, llegó a la Casa Blanca con tan sólo 42 años.

Hoy se lo recuerda como un gran defensor del imperialismo americano, siendo el impulsor de la "Política del Garrote" (Big Stick), cuyo famoso lema era "habla suavemente, pero lleva un garrote." Fue reelecto en las elecciones de 1904. Intentó triunfar nuevamente en 1912 pero perdió ante el demócrata Woodrow Wilson.

El 5 de noviembre de 1913, Theodore Roosevelt llegó a la Argentina. Algunos de sus paseos en la ciudad de Buenos Aires incluyeron una visita al teatro Colón, la Facultad de Medicina, así como también el Hipódromo Argentino. Teddy también visitó la ciudad de La Plata. Pero su recorrido no terminó en los lugares más "conocidos" o urbanizados, sino que se aventuró en lo más profundo de la Argentina, viajando desde la Patagonia hasta Tucumán, lo cual lo convirtió en el primer presidente de su país en visitar la región patagónica.

Teddy era un amante de la naturaleza y un explorador nato, le encantaban los viajes y explorar lugares nuevos. Era un hombre multifacético. Fue soldado, escritor y naturalista. Su vida siempre estuvo ligada a lugares remotos, ya que trabajó varios años en un rancho del oeste americano, en la zona de Dakota del Norte.

La Patagonia sería el escenario perfecto para su viaje. El 30 de noviembre de 1913 visitó Bariloche, cuando por aquel entonces era simplemente un pueblito. Había llegado junto a Francisco Pecasio Moreno y según las crónicas históricas, recorrió el lago Nahuel Huapi a bordo del vapor "Puerto Blest", así como también visitó el Ciprés Histórico.

Theodore llegó desde Puerto Varas, Chile, donde lo esperaba Moreno y otros delegados del gobierno nacional. Su recorrido incluyó la navegación por los lagos Llanquihue, de Todos los Santos y Frías. También anduvo a caballo por la zona, como un típico gaucho patagónico de la época. Se podría decir que no era un turista más, sino que más bien un gran viajero, que se interesaba por aprender de otras culturas.

Muchas de sus experiencias y vivencias en la Patagonia fueron registradas en sus crónicas viajeras, en el libro "A Book Lover's Holidays in the Open" (Las vacaciones de un amante de los libros al aire libre), el cual fue publicado en 1916.

Estas son algunas de sus crónicas durante su paso por la Patagonia:

"Al día siguiente a las cinco de la mañana partimos en nuestro viaje de 400 millas a través de las inmensidades de la Patagonia hacía el ferrocarril en Neuquén. Habíamos atravesado una región de paisajes que se podían encontrar en otros lugares del mundo, una región similar a las montañas y los lagos suizos o al Parque Nacional Yellowstone, Yosemite o la bahía de Puget.

En algunos años los argentinos habrán llevado el ferrocarril a Bariloche, y entonces todos los turistas que vengan a América del Sur deberían planear visitar esta hermosa región. Sin duda, al igual que sucede en otras zonas de increíble belleza del mundo, esto traerá el desarrollo a la región. Gracias al Dr. Moreno, este extremo ya cuenta con un Parque Nacional y confío que pronto lo habrá también del lado chileno.

Dejamos Bariloche en tres autos sabiendo que teníamos ante nosotros varios duros días de viaje. Después de bordear el lago a lo largo de dos millas ingresamos a una región de valles más llana. Tuvimos que cruzar un río correntoso que los coches atravesaron a duras penas.

El camino consistía solamente de dos huellas creadas por los grandes carros de transporte y muchas veces viajábamos a un costado del mismo o debíamos dejarlo completamente de lado cuando algún arroyo lo cruzaba. La tercera vez que cruzamos uno de estos arroyos uno de los autos se encajó y fue casi imposible sacarlo. Una vez tuvimos que rellenar la huella con piedras debajo y frente al auto para seguir viaje, algo similar de lo que habíamos hecho en Arizona hace algunos meses cuando un temporal se había llevado un puente."

Tierra de gauchos

"En otro momento el primer auto se hundió en un hoyo de arena y una partida de gauchos lo enganchó con sus cuerdas para arrástralo nuevamente a tierra firme. Estos gauchos eran personajes de lo más pintoresco. Montaban buenos caballos, fuertes, duros y salvajes y eran consumados jinetes, indiferentes a los bruscos movimientos de las nerviosas bestias que montaban. Portaban un ancho cinto de plata al cual adosaban un largo cuchillo.

Algunos tenían sus pantalones insertos en botas y otros vestían pantalones anchos que sujetaban en los tobillos. Las monturas, a diferencia de las nuestras, no tenían cuernos y el lazo lo portaban a un costado atado a una argolla. Los estribos eran de lo más extraños. Eran grandes discos planos de cuero con un final de metal en el cual insertaban el pulgar del pie. Sostenidos sobre este tipo de estribo se sentaban en sus caballos con total indiferencia.

Era tierra de gauchos sobre la cual estábamos viajando. Cada hombre nacido aquí vino al mundo sobre una montura. Vi chicos muy jóvenes cabalgando y realizando actividades de hombres grandes, guiando arreos o llevando caballos de tiro. Tan característico como estos jinetes eran las largas columnas de carros de dos grandes ruedas tirados por cinco mulas o a veces por cuatro o cinco bueyes.

La mayoría de las veces estos carros llevaban lana o cueros. Ocasionalmente llegábamos a grandes pastizales rodeados de alambrados. Lo demás era tierra desolada y rocosa como había sido desde tiempos inmemoriales. Vimos muchos rebaños de ovejas y tropillas de caballos entre las cuales había una cantidad inusual de tobianos. Había también muchas vacas y en dos o tres ocasiones vimos majadas de cabras.

Era una tierra salvaje y ruda y la vida en una tierra así es dura para el hombre y las bestias. A lo largo de todo el camino yacían los esqueletos y restos de vacas y caballos muertos. Sin embargo, no vimos aves carroñeras ni cuervos ni pequeños buitres. Si vimos a lo lejos y muy alto un cóndor. La vida salvaje no era abundante a pesar de que vimos avestruces - la Rhea sudamericana - y ocasionalmente algunos guanacos o llamas salvajes. Los zorros abundaban porque en los escuálidos pequeños boliches colgaban cientos de sus pieles junto a las de zorrinos."

La balsa del Río Negro

"A las tres desperté a los que dormían con un grito que en los días lejanos que pasé en las praderas ganaderas del oeste me había despertado a mis tantas veces del sueño pesado de los hombres de los rodeos. Era la noche corta de noviembre en las latitudes del sur del continente. El alba llegaba temprano. Partimos en el momento en que la tenue luz nos permitió ver el camino. Las estrellas empalidecieron y se esfumaron. El amanecer fue glorioso. Salimos entre las Colinas y nos internamos en una vasta y desolada planicie."

 

Mi libro "Historias de la Patagonia"

‘ Historias de la Patagonia’ es una maravillosa crónica histórica y viajera de una región especial conocida como “el fin del mundo”. Desde l...