18 ago 2024

Elena Greenhill, la bandolera inglesa

Esta historia nos lleva por las provincias de Neuquén, Chubut y Río Negro, donde la protagonista es una mujer inglesa, Elena Greenhill, más conocida como “la bandolera de la Patagonia”. Pasiones, muertes y delincuencia en el fin del mundo hace más de un siglo. Conocemos esta historia a través del libro “La bandolera inglesa”, del escritor Elías Chucair.

Los orígenes de Elena Greenhill

La historia de Elena Geenhill Blaker comienza a miles de kilómetros de la Patagonia. Había nacido en Yorkshire, Inglaterra, en 1875. Llegó a Chile con tan solo 15 años de edad junto a sus padres y cuatro hermanos (una hermana y tres varones). Cinco años después se casó con Manuel de la Cruz Astete. Comerciante chileno que le doblaba en edad, muy apuesto y habituado a moverse a ambos lados de la cordillera haciendo negocios poco claros. Elena tuvo dos hijos antes que su esposo fuera detenido mientras llevaba un arreo a Chile, del que no pudo comprobar ser su propietario legal.

Cuando apareció el cadáver de su esposo bajo un montón de piedras, cerca de su casa, la señalaron como la única culpable. Evitó la cárcel gracias a la gestión del abogado Martín Coria. Era hijo de conocidos estancieros de la zona de Carmen de Patagones y quizás también pariente del gobernador de Buenos Aires. Lo cierto, es que en el expediente judicial se estableció que el culpable había sido un peón de la familia del que también se comentaba era amante de “La inglesa”. Martín Coria se transformó en su segundo esposo y el policía que investigó el caso fue el padrino de la boda.

El libro “La bandolera inglesa”

La historia de esta inglesa la conocemos en gran parte gracias a la investigación y relatos recopilados por querido escritor Elías Chucair, oriundo de la provincia de Río Negro. Chucair, ciudadano ilustre de la provincia de Río Negro, ex intendente y diputado, autor de más de 40 libros en donde cuenta historias de la Patagonia, publicó la historia de "La inglesa bandolera" en 1985. Luego en dos ediciones más, en los años 1996 y 2003. Chucair era de la localidad Ingeniero Jacobacci, y falleció en el año 2020, a los 94 años de edad.

Siendo muy niño, contó en el prólogo de su libro, "llegaban accidentalmente a mis oídos (...) cosas que tenían relación con aquella mujer. "Un día me picó la idea de conocer episodios y personajes del ayer, especialmente de la época en que los pioneros dejaban jirones de su vida para subsistir en un medio inhóspito, lleno de privaciones y de peligros".

Chucair pudo recopilar mucho material, inclusive su padre pudo ver y conocer a la inglesa, por lo que el relato del autor tiene mucho de testimonio viviente. La inglesa vestía ropa masculina, usaba breeches y botas altas, usaba sombrero por el cual se le escapaban cabellos rubios y "nunca abandonaba un poncho Castilla, seguramente traído desde Chile".

En aquellos tiempos, Elena Greenhill ya era famosa en la Patagonia por su habilidad y puntería con las armas y por apropiarse de lo ajeno. Dicen que vestía como hombre y era brava como una serpiente. Junto a su segundo esposo instalaron un almacén de ramos generales en el paraje Monton-Niló de Río Negro. La pareja incorporó al negocio de ramos generales la compraventa de hacienda, crianza de ovejas, robos y estafas. Se afirmaba que vendían hacienda robada y que no solían pagar a los proveedores del almacén. Elena decidió instalar a sus hijos como pupilos en un colegio de Buenos Aires, consciente del riesgo que corrían en el sur.

Una partida de 15 hombres bajo el mando del comisario Calegaris salió en busca de la “bandolera inglesa”. El causante de la búsqueda fue una denuncia por robo de ganado, la cual se presentó en la localidad de Telsen, en la provincia de Chubut.

El comisario local, de apellido Altamirano, junto a un ayudante, también se encaminaron hasta el almacén de “La inglesa” para participar de la resonante captura. Es que Altamirano se había quedado “con la sangre el ojo” tiempo atrás, tal el dicho popular. Fue cuando descubrió que el misterioso forastero al que le tintineaban espuelas de plata chilena al caminar, era en realidad una mujer de largos cabellos rubios que vestía de hombre y solía acompañarse de un respetable Winchester. En aquellos tiempos y lugares, eso era como una cachetada para los machos de la Patagonia.

Cuentan que el comisario la siguió hasta la pulpería y ordenó en voz alta que le proveyeran urgente de una falda “a la dama”. El silencio que siguió a la orden no presagiaba nada bueno. Sin embargo, Elena no le prestó atención y siguió con lo suyo. Aunque lo guardó en su memoria.

El día que iban a detenerla estaba con Carmen, una vecina, su marido y los demás hombres del grupo. Justo habían llegado unos “turcos” mercachifles y estaban eligiendo mercaderías (algunos de estos turcos fueron víctimas de salvajes episodios de canibalismo en la Patagonia). Cuando los policías quisieron rodear el rancho fueron recibidos a balazos. Luego de un largo tiroteo apareció una bandera blanca en una de las ventanas del almacén. Poco después, se abrió la puerta y salió un peón a parlamentar. El comisario Altamirano y su ayudante se adelantaron para quedarse con el mérito de la rendición y captura.

El hombre enviado a parlamentar era sordomudo (así es, un sordomudo como negociador). Mientras el comisario Altamirano intentaba entenderse con aquel hombre se sumó a terciar el marido de Elena, Martín Coria. Todo era parte de la trampa ideada por Greenhill para distraer a los policías. En efecto, cuando unos caballos se encabritaron sin razón aparente, “La inglesa”, Carmen y el resto de los hombres surgieron encañonando a los policías. El resto de los agentes huyó por estar “flojos” de municiones, según alegaron.

Elena hizo desnudar a los policías. Dicen que el sordomudo bailaba vestido con el uniforme del comisario mientras Altamirano y su ayudante eran obligados a lavar la vajilla vestidos apenas con calzoncillos. Además, les hicieron firmar las guías de arreo que certificaban que el ganado de “La inglesa” era legal (el mismo por la que la iban a detener). Después de varios días de humillaciones los dejaron en libertad. Poco después, su marido, fue encarcelado por haber torturado a un mapuche para que firmara el traspaso de titularidad de sus ovejas. Al poco tiempo salió en libertad, pero estaba muy enfermo para volver con Greenhill y partió hacia Buenos Aires, donde murió en 1914.

En tanto, Elena ya convivía con otro bandolero de nombre Martín Taboada. Dicen que se dedicaban a robar ganado en Chubut para venderlo en Chile. Los héroes suelen tener un sentimiento de inexorabilidad ante la muerte. Parece que ese sentimiento también estuvo presente en el final de “La inglesa”. Antes de emprender una nueva “recorrida” por Chubut se ocupó de dejar todos sus papeles en orden dejando a resguardo la documentación que acreditaba la titularidad del rancho, y las tierras de Monton-Niló, a nombre de sus hijos.

 “La matan en Gan Gan”. Así titula Chucair al capítulo en el cual hace alusión a la muerte de la bandolera, en el año 2015 en Gan Gan. Fue en ocasión en que ella volvió a Chubut, junto a su nuevo marido y otro secuaz, a estafar a la viuda que todavía tenía tierras y hacienda. La policía de Chubut fue informada de esta presencia. "Sabían que la inglesa iba a pasar por Gan Gan. Entonces el comisario Félix Valenciano con otros, todos de civil, la esperaron en la Angostura del Chacay y cuando apareció no le dieron tiempo a nada. "Dicen que la inglesa levantó el brazo para tirar, pero no le dieron tiempo a nada. Después le dieron unos tiros de gracia cuando estaba boca abajo en el suelo", cuenta Chucair en su primera versión. 

La otra versión es que no fueron por la viuda a cometer el delito, sino que "la inglesa y sus secuaces habían despojado a unos arrieros de la zona de Talagapa de una buena cantidad de hacienda lanar, y la policía se puso en su persecución. La partida iba al mando del comisario Valenciano y se ubicaron estratégicamente en la estrecha Angostura del Chacay". "Dicen que el tiroteo duró una hora; la inglesa no se rendía. Aún herida, desde atrás de su caballo, continuaba tirando contra la policía, pero llegó el momento en que sus fuerzas dijeron basta y cayó boca abajo".

El certificado de defunción consta en un acta del Juzgado de Paz de Gan Gan, fue firmado por Enrique Borman, juez de Paz, "el día 31 de marzo de 1915, en el Paraje denominado Laguna Fría, falleció una mujer llamada Elena Greenhill, viuda de Coria, británica y de 42 años de edad, a consecuencia de heridas de arma de fuego, ignorándose los demás antecedentes de la extinta"

Desde la época de su muerte, el cerro próximo al lugar donde la mataron se llama Cerro La Inglesa a modo de silente homenaje a una mujer que hizo historia en un territorio remoto donde reinaban los hombres. Y en el cementerio de Gan Gan descansaron sus restos hasta el año 1949, año en que una hermana que trabajaba en la Embajada Británica, los hizo exhumar y sus restos descansan hoy en el Cementerio Británico de Buenos Aires.

Referencias

“La bandolera inglesa”, Elías Chucair.

“La bandolera inglesa en la Patagonia”, Francisco N. Juárez.

 

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