4 mar 2023

Navarino, la isla de los yámanas

Se encuentra en la región de Magallanes y es el lugar del descubrimiento de la cultura Yámana, donde es posible viajar en el tiempo y aprender acerca de la historia y cultura de los nativos.

Es uno de los lugares más alejados y recónditos del mundo: la isla Navarino, un paraíso natural en “el fin del mundo”. La isla se encuentra en la Región de Magallanes y de la Antártica Chilena, en la parte del archipiélago de Tierra del Fuego y forma parte de la Reserva de la Biosfera Cabo de Hornos
La única localidad habitada en la zona es Puerto Williams, la capital administrativa. Visitar la isla Navarino es transportarse a un auténtico paraíso para los amantes de la naturaleza virgen. La isla también es el lugar del descubrimiento de la cultura Yámana, donde es posible viajar en el tiempo y aprender acerca de la historia y cultura de los nativos. 
Está considerada una de las 24 ecorregiones más prístinas del planeta. Encrucijada entre los océanos Atlántico y Pacífico, esta isla es un destino único para los viajeros más aventureros y aquellos que deseen disfrutar de una fascinante tierra y cultura ancestral. Al ser un destino aislado geográficamente y no muy desarrollado turísticamente, al visitar la isla tenemos la sensación de ser los primeros que caminamos por esta tierra. 
Cada sendero y rincón que descubrimos nos deslumbra por su belleza en el estado más puro. La zona que está habitada es la costa norte, donde hay algunos asentamientos pequeños, siendo Puerto Williams el principal. Desde este pueblo parten las diferentes excursiones. 
Una isla con mucha historia 
La isla Navarino se caracteriza por su interesante cultura e historia. Fue aquí donde se desarrolló la cultura del pueblo Yagán, el pueblo originario de la región. Se caracterizaban por ser nómades y navegar por los confines de la tierra, en las gélidas aguas del extremo sur del océano Pacifico. No había jefes ni organizaciones jerárquicas y se alimentaban de frutas silvestres, pescados y mariscos. 
Los yaganes de desplazaban de una playa a otra en sus canoas de madera, mientras mantenían un fuego vivo que era su fuente de calor. Ellos vivían desnudos, ya que sus cuerpos estaban preparados para resistir las bajas temperaturas. Se suele decir que los yaganes eran “amos y señores de sus aguas”. Ellos conocían este rincón del mundo mejor que nadie. Amaban la naturaleza, la respetaban y la veneraban. 
Todo cambió cuando comenzaron a llegar los primeros navegantes y exploradores europeos. Muchos de los misioneros ingleses que llegaron trataron de evangelizar a los yaganes, pero todos los intentos fracasaron. Los holandeses fueron los primeros que exploraron la zona suroriental. El primer contacto entre europeos y yaganes tuvo lugar en la cercana Isla Hoste (también territorio chileno), el cual ocurrió en enero de 1624. 
Con la llegada de los europeos, los yaganes empezaron a decrecer rápidamente. Las epidemias y enfermedades que trajeron los exploradores de Europa fueron diseminando al pueblo. Con el paso de los años, el ancestral pueblo Yagán desapareció. Sin embargo, su cultura aún está presente en la isla. La comunidad yagán de la isla se concentra en Villa Ukika, en las afueras de la capital. El museo antropológico Martín Gusinde nos ofrece la posibilidad de conocer a cerca de los yaganes, su cultura, desde sus inicios, así como también el impacto que sufrieron con la llegada “del hombre blanco”.
En la actualidad viven alrededor de 3.000 personas de forma permanente en la isla Navarino, la mayoría de ellos se dedica a actividades relacionadas con el mar, como la pesca. Al ser un lugar tan alejado de los grandes centros urbanos de Chile, el turismo no es todavía la actividad principal. Sin embargo, este increíble destino cada vez es conocido por viajeros de todo el mundo que buscan un lugar único y diferente para explorar.
Podemos llegar a la isla tanto por aire o mar. La más utilizada es llegar por mar, porque claro es una isla y está rodeada de agua. Además, es una opción conveniente para los viajeros que se encuentran en Ushuaia o en Punta Arenas, de donde es posible embarcar para llegar a la isla. Llegar por mar es una experiencia que realmente vale la pena. Navegar en “el fin del mundo” no es algo que uno hace todos los días, además es una oportunidad para disfrutar de la belleza del océano y respirar hay puro. El ferry que sale desde Punta Arenas tarda alrededor de 30 horas en llagar a la isla Navarino, cruzando varios canales. El servicio está operado por la empresa TABSA. 


Un viaje por la ruta de los galeses

Los primeros colonos galeses llegaron a la Patagonia argentina hace 158 años. Después de más de cien años el legado cultural de los galeses continúa presente en el sur argentino. El 28 de julio de 1865 llegó a las costas de la provincia de Chubut un barco llamado “Mimosa”, el cual traía a los primeros pobladores galeses a la Patagonia. El mismo procedía del puerto inglés de Liverpool, en el que se trasladaban 153 colonos. La llegada fue al Golfo Nuevo, en cercanías a la actual ciudad de Puerto Madryn. Debido a la falta de agua, los pobladores decidieron trasladarse hacia el valle inferior del río Chubut, dando origen al centro de la colonización galesa en la Patagonia.



Sometidos por los ingleses, los galeses dejaron su patria en busca de un lugar donde poder hablar su lengua libremente, practicar su fe, así como también mantener su cultura y sus tradiciones. En Chubut existe una gran admiración por la comunidad galesa, no solamente por el legado cultural y sus valores, sino también por la contribución de los galeses en el plebiscito histórico de 1902, cuando los pobladores galeses, en el marco de las disputas fronterizas con Chile, decidieron optar por la nacionalidad argentina por sobre la chilena.

En la actualidad se reconoce a los galeses de Chubut como auténticos defensores de la Soberanía Nacional. Cuando el presidente argentino Julio A. Roca visitó la comunidad en 1899 reconoció este hecho histórico y les dijo a los galeses: “Ustedes no solamente lucharon contra el clima duro y naturaleza cruel, sino que también contra un enemigo mucho más poderoso, el cual es la soledad y la desolación. Solamente por eso se merecen la gratitud de nuestra Nación.”

Los galeses buscaban una oportunidad y un lugar para practicar su fe, hablar su lengua, mantener sus tradiciones y ejercer plenamente sus derechos políticos. Aquí, en la Patagonia encontraron ese lugar y esa oportunidad. Los primeros tiempos fueron muy duros. Llegaron a perder todas sus cosechas en varias oportunidades por las inundaciones a causa de las crecidas del río Chubut. Todo cambió cuando implementaron sistemas de riego y norias, lo cual permitió que la comunidad se desarrollara. Lograron superar muchas dificultades, pero la comunidad se mantuvo unida, persistieron y se quedaron en la Patagonia, comenzando una nueva vida en “La Tierra Prometida”.

Es posible visitar muchos de los lugares donde se asentaron los primeros colonos en la llamada “Ruta de los Galeses”, un recorrido que une a las ciudades de Puerto Madryn en la costa de la provincia, con la ciudad de Trevelin, en la Cordillera de los Andes. Este circuito se realiza mayormente por la Ruta Nacional 25, e incluye paisajes sorprendentes. El recorrido nos transporta al mismo trayecto que realizaron los galeses hace 157 años. Son 600 kilómetros por una de las rutas más históricas que tiene Argentina. El recorrido incluye localidades como Trelew, Gaiman, Dolavon, 28 de Julio, Las Plumas, El Valle de Los Altares, así como también Esquel y Trevelin.

La última etapa de este recorrido por la Ruta de los Galeses nos conduce hasta Trevelin, a 20 kilómetros de la ciudad de Esquel. Trevelin significa “Pueblo del Molino” en galés y es, junto a Gaiman y Dolavon, uno de los lugares galeses más tradicionales de Chubut. Fue aquí donde llegaron los colonos guiados por John Evans y se establecieron a los pies de la Cordillera de los Andes en 1888, fundando la Colonia 16 de octubre, la cual fue luego rebautizada como Trevelin. 

La zona que rodea a la ciudad se destaca por sus exuberantes bosques, lengas y cipreses, así como también por sus lagos, el río Futalefú y el espectacular Parque Nacional Los Alerces. Trevelin también se caracteriza por sus casas de té, lugares donde es posible disfrutar de todas las exquisiteces de la comunidad galesa, tales como la típica “Torta Negra”, sus deliciosos scones, panes y los dulces elaborados con frutos típicos de la región cordillerana.

Como los galeses, pero más de un siglo después, atravesar la provincia de Chubut de este a oeste es una experiencia inolvidable. Luego de transitar por el frondoso valle inferior del río Chubut y por la desolada meseta patagónica, finalmente llegamos a los pies de la mítica Cordillera de los Andes, un lugar de ensueño. Seguramente tal fue la admiración de los colonos galeses al ver los deslumbrantes Andes y la increíble sensación de libertad absoluta que decidieron establecerse aquí y comenzar una nueva vida en este remoto lugar de la Patagonia

3 mar 2023

El descubrimiento del dinosaurio más grande del mundo

A 270 kilómetros de Trelew, en la provincia de Chubut, fue donde ocurrió el hallazgo del mayor dinosaurio que existió en el planeta hace millones de años
Hace aproximadamente 65 millones de años, un amplio porcentaje de vegetales y animales se extinguió de repente. Fue a finales del período Cretácico y existen diversas teorías al respecto. Algunos científicos atribuyen este evento a un proceso gradual que dio lugar a una extinción selectiva. Otros sostienen que se trató de una catástrofe, como la caída de un asteroide, que ocasionó una extinción masiva de estas especies.  
Sin embargo, estas formas de vida pasadas no desaparecieron por completo. Dejaron rastros que aún hoy maravillan al hombre: los fósiles. Estas impresiones del pasado han contribuido a respaldar la teoría de la evolución y son la herramienta principal para estudiar el pasado geológico y reconstruir la historia de la Tierra.
En la Prehistoria, Trelew fue “la tierra de los dinosaurios”. Llegando a la ciudad por la Ruta Nacional 3 hay una réplica en tamaño real del Patagotitan mayorum, el dinosaurio más grande del mundo que se encontró hasta el momento, exactamente en un campo de Chubut, a 270 kilómetros de Trelew.
Con más de 8 metros de altura, una longitud de 40 metros y unas 74 toneladas de peso estimado, resultó ser la criatura más grande conocida que haya caminado sobre la Tierra.Este excepcional descubrimiento no sólo es importante por las dimensiones y cantidad de fósiles, sino también por su inusual estado de preservación.Nada menos que siete colosales dinosaurios herbívoros, fueron encontrados en un único sitio en la provincia del Chubut. El hallazgo sorprendió a los científicos de todo el mundo que, hasta ahora, sólo conocían la anatomía de estos gigantes en base a restos más bien pobres de pocas especies. 
Hace diez años un trabajador rural encontró en un campo en la provincia del Chubut donde trabajaba un hueso que asomaba del suelo. Los dueños de la estancia dieron aviso al Museo Paleontológico Egidio Feruglio (MEF) –Unidad Asociada al CONICET (Consejo de Investigaciones Científicas y Técnicas) – y luego de más de tres años de excavaciones, científicos del Consejo anunciaron el hallazgo de restos fósiles de al menos seis ejemplares del dinosaurio más grande conocido hasta el momento. 
El nombre del museo deriva de Egidio Feruglio, un geólogo italiano que llegó al país en 1925 convocado entonces por YPF (Yacimientos Petrolíferos Fiscales). Su nombre es recordado por el gran aporte hecho con sus investigaciones en Chubut. El área de exhibición está diseñada a partir del periodo geológico actual hasta la Era Paleozoica. El museo cuenta con más de 1.700 piezas fósiles y 30 ejemplares de dinosaurios. La visita es amena y educativa. Las salas del museo tienen maquetas y láminas explicativas, Además, cuenta con una proyección de video que se remonta a los inicios de la vida en la Tierra. 

En el año 2012 Aurelio Hernández, un trabajador de campo, descubrió el primer hueso de lo que luego sería uno de los hallazgos más asombrosos de los últimos años en el campo de la paleontología: más de 150 fósiles pertenecientes a los restos de al menos de 6 ejemplares de una misma especie de dinosaurio gigante, la más grande hasta ahora conocida. El hallazgo no sólo llamó la atención por las dimensiones extremas de los fósiles, sino porque tal cantidad de restos permitirían obtener la reconstrucción anatómica más completa, hasta el momento, de los herbívoros más grandes en la historia de nuestro planeta. 

Este dinosaurio atrajo tal interés en el mundo que puso al MEF en la vidriera científica internacional. Fue así que la BBC de Londres propuso a la Fundación Egidio Feruglio la filmación de un documental conducido por el reconocido naturalista y documentalista Sir David Attenborough, sobre este asombroso descubrimiento y la riqueza natural de la Patagonia Argentina. 

El equipo de filmación británico acompañó en sucesivas campañas de campo al área científica y técnica del MEF durante dos años. Registró las arduas tareas de excavación, traslado, preparación, restauración y escaneo 3D de cada uno de los más de 200 fósiles encontrados. El documental, titulado “Attemborough and the giant dinosaur”(Attemborough y el dinosaurio gigante) se estrenó en el canal BBC 1 el 17 de enero del 2016 para toda Europa, alcanzando la audiencia récord de 8 millones de espectadores en la noche del estreno. 

“Se llama así por la región y por titán, que quiere decir gigante. Mayorum hace honor a la familia Mayo que son los pobladores de la zona que dieron aviso al Museo y nos recibieron en su campo mientras realizábamos las excavaciones. Encontramos más de 150 huesos sepultados en rocas del Cretácico Inferior, es decir de hace poco más de 100 millones de años. Calculamos que medía casi 40 metros de largo, su cuello 12 metros y pesaba 70 toneladas. Se han encontrado otras especies muy grandes de aproximadamente la misma edad en la Patagonia y una de las cosas que descubrimos es que estos gigantes estaban muy relacionados entre sí, pertenecen a un mismo clado -agrupación que contiene un antepasado común y todos sus descendientes-. Eso nos indica que pasó algo especial para que estas especies hayan desarrollado un gigantismo extremo. Esta familia patagónica rompió el molde”, explica Diego Pol, investigador principal del CONICET en el MEF. 

En este sentido, José Luis Carballido, investigador adjunto del Consejo del museo, aclara que, si bien no pueden precisar el porqué de este aumento de tamaño, creen que el mismo se relaciona con otros cambios ambientales ocurridos en ese período, como por ejemplo el aumento en la temperatura a nivel global o la diversificación de las plantas con flores, que fueron sucesos simultáneos y probablemente estén relacionados uno y otro. Un mejor clima en esas latitudes podría haber provocado una flora más rica y abundante, lo que implica mayor disponibilidad de comida y recursos alimenticios para alcanzar ese tamaño. 

El equipo de paleontólogos del CONICET que lideró las campañas presentó la nueva especie en un artículo publicado en la prestigiosa revista Proceedings of the Royal Society B en el que describen los restos hallados y estudian cómo fue la evolución del gigantismo en este grupo de dinosaurios. 

Gracias a esta excelente preservación de los huesos de buena parte del animal (patas traseras, delanteras, parte de la cintura, columna vertebral, cuello y algunos dientes) los científicos pudieron estimar la masa corporal de la especie utilizando dos metodologías diferentes. Existen dos maneras de calcular el peso de un animal extinto, y ambas están basadas en correlaciones entre diferentes medidas y el peso de animales actuales. Una es utilizando una ecuación en dónde se necesitan las medidas de circunferencia del húmero y del fémur, que son los huesos principales de las patas anterior y posterior y por ende sostienen el cuerpo de cualquier cuadrúpedo. Cuanto más pesado sea el cuerpo es lógico que tengan que ser más robustos los miembros. 

“Esta metodología está basada en animales terrestres actuales. El cuadrúpedo más grande utilizado es el elefante, que normalmente no supera las 10 toneladas. De ahí a las 70 toneladas que se calculan para Patagotitan hay una diferencia de 60 mil kilos, por lo que es importante corroborar estas estimaciones con otras metodologías. La segunda metodología se basa en la reconstrucción volumétrica del animal, para la cual se necesita generar un esqueleto digital. La enorme cantidad de material disponible de Patagotitan nos permitió reconstruir tridimensionalmente el esqueleto y mediante un software específico generar el tejido blando para así poder calcular el volumen”, explica José Luis Carballido. 

Dado el gran tamaño de este dinosaurio, solamente se pueden exhibir parte de sus fósiles en la actual exhibición del MEF. Es por eso que su descubrimiento fue el puntapié para el comienzo de una nueva ampliación para el museo. Las autoridades explican que el MEF triplicará su área de Exhibiciones, Colección e Investigación y su nueva nave central está diseñada para albergar al Patagotitan de pie y en su máximo esplendor, acompañado de 13 nuevos dinosaurios de la Patagonia. 

El impacto de su descubrimiento ha sido tan grande que museos del mundo pidieron su réplica para incluirla dentro de sus exhibiciones: en el año 2016 se armó una en el Museo Americano de Historia Natural de Nueva York y en el año 2018 se montó otra especialmente diseñada para el Field Museum de la ciudad de Chicago. 

Tanto el Museo Americano de Historia Natural de Nueva York como el Field Museum de Chicago son unos de los museos más antiguos de Estados Unidos y tienen un promedio de más de cuatro millones y medio de visitantes al año. “En estos centros neurálgicos está hoy en día exhibido Patagotitan, promocionando constantemente el turismo en Argentina, Patagonia y nuestro museo. Además Patagotitan es Marca País, distinción que le fue otorgada por el Ministerio de Turismo de la Nación”, comenta Florencia Gigena, Gerente de Comunicación y Marketing del MEF. 



Fugitivos en Chubut: la historia de Butch Cassidy y Sundance Kid

La Patagonia, además de sus increíbles paisajes y deslumbrante naturaleza, también es un lugar único por sus historias. Desde exploradores, misioneros, aventureros, hasta inmigrantes de todas partes del mundo, en cada lugar que visitamos hay una historia por descubrir. Chubut es una provincia famosa por sus atractivos turísticos tales como la Península Valdés, Gaimán o Esquel, así como también por su gran diversidad de paisajes, pero también lo es por la increíble historia de los bandidos norteamericanos más famosos y buscados de la historia: Butch Cassidy y Sundance Kid. 


Hacía mucho tiempo – desde pequeño – que había leído a cerca de la increíble historia de Butch Cassidy y Sundance Kid, los famosos ladrones norteamericanos que a principios de 1900 se fugaron de los EE. UU., escapando de la justicia estadounidense. 

La aventura de los fugitivos los trajo hasta uno de los lugares más remotos de América: la pequeña localidad de Cholila en la provincia de Chubut. Quería ver con mis propios ojos la cabaña de madera ubicada en Cholila donde se refugiaron los famosos fugitivos durante su aventura en la Patagonia. Es una de las historias más famosas en el mundo. Se han escrito cientos de artículos periodísticos, libros y hasta una película de Hollywood (“Dos hombres y un destino”, con la actuación de Paul Newman y Robert Redford). Muchos curiosos y viajeros llegan hasta Cholila para ver la mítica cabaña de madera que esconde tantas historias, mitos y secretos. 

Según las crónicas históricas, Robert Leroy Parker y Harry Longabaugh se conocieron en 1897, en el oeste americano. Se hicieron famosos como Butch Cassidy y Sundance Kid y formaban parte de la temible banda de asaltantes de bancos y trenes “Wild Bunch” (banda salvaje). Tenían su centro de operaciones en el “Hole in the Wall”, en el actual estado de Wyoming, donde planeaban los robos a los bancos, todos perfectamente estudiados. Los bandoleros norteamericanos se hicieron famosos y eran considerados ladrones profesionales de bancos. Gracias a la difusión de una fotografía de los miembros de la banda en 1901 en Forth Worth, Texas, la agencia de detectives Pinkerton logró iniciar una investigación e ir detrás de los forajidos. 

Sus rostros eran cada vez más conocidos y se ofrecían importantes recompensas al que los entregase “vivos o muertos” a la justicia estadounidense. Toda esta situación los llevó a tomar una decisión drástica. Ya no estaban seguros en los EE. UU., debían buscar nuevos rumbos. Primero huyeron hacia el este, donde estuvieron en los mejores hoteles, restaurantes y joyerías de la ciudad de Nueva York, junto a Ethel Place (Etta), la novia de Sundance. La gran ciudad americana tampoco era un lugar seguro para la banda. Fue entonces cuando decidieron abandonar el país y fugarse de la justicia. Los tres emprendieron la fuga a bordo del buque Herminius con destino a Sudamérica. 

Antes de la llegada a Cholila, estuvieron un tiempo en la ciudad de Buenos Aires, hasta que finalmente emprendieron el viaje a la Patagonia, con recomendaciones de los hermanos Ralph y George Newbery (tío del famoso aviador), vicecónsules honorarios de Estados Unidos, quienes apoyaban la creación de una colonia norteamericana sobre 730.000 hectáreas ubicadas entre el lago Mascardi y Cholila. En 1895 el gobierno ofrecía tierras en esta zona mediante publicaciones en los diarios de EE.UU. El ferrocarril Sud los llevó hasta la actual Cipolletti y desde allí continuaron a caballo. 

Según las crónicas, al llegar a Cholila los sorprendió la belleza del valle y la cordillera de los Andes “con pasturas que llegaban hasta las rodillas y excelente agua fresca proveniente de los lagos y ríos que nacen en las montañas cercanas”. Se instalaron con nombres falsos y se dedicaron a la compra de animales, gracias al dinero obtenido en un atraco a un banco de Nevada (EE.UU.), y luego con varios asaltos a bancos en la Patagonia. 

Según Osvaldo Aguirre, autor de “Enemigos públicos”, Cassidy y su banda son “los fundadores de prácticas delictivas desconocidas aún en la Argentina, como el asalto a bancos y el secuestro, una modalidad que exploraron casi accidentalmente cuando mantuvieron cautivo en un calabozo a un hombre durante un mes sin proponérselo previamente” (el hacendado Lucio Ramos Otero, en Río Pico). 

El autor Marcelo Gavirati en su libro “Buscados en la Patagonia” nos proporciona muchos datos y anécdotas interesantes en relación a estos excéntricos personajes. “Reciben las visitas del tejano Jarred Jones, primer colono del lago Nahuel Huapi; familias de origen galés de la vecina Colonia 16 de Octubre, incluyendo al propio comisario Eduardo Humphreys. Por aquella época realizan viajes a la Colonia del Chubut, hospedándose en el hotel del Globo, en Trelew (actual Hotel Touring Club), y en el de Pugh, en Gaiman, el mismo en el que se había alojado el presidente Roca, cuando visitara la zona cuatro años antes”, relata Marcelo en su libro. Con el paso del tiempo, el dinero que habían robado en los EE.UU. se va terminando y deciden continuar con los robos, esta vez alrededor de la Patagonia durante cuatro años. 

El 14 de febrero de 1905 se sucede un atraco por el valor de 100.000 dólares al banco de Londres y Tarapacá, en Río Gallegos (Santa Cruz). Pese a que no fueron identificados durante el robo (y los relatos de los historiadores que se dedicaron a reconstruir la historia discrepan en este punto), las versiones apuntaban cada vez con mayor fuerza contra Cassidy y Kid. El gobernador de Chubut, Julio Lezana, dio la orden de arresto, pero antes de que pudiera ser ejecutada, el comisario Edward Humphreys, les advirtió del pedido de captura. De tal suerte, apuraron la partida. Vendieron la propiedad en Cholila a la compañía trasandina Cochamó y cruzaron a Chile en busca de un refugio más seguro. 

Hay diferentes versiones acerca de lo que sucedió con los bandoleros norteamericanos. Según algunas fuentes, Etha Place regresó a los Estados Unidos. Butch Cassidy se creó una nueva identidad, Santiago Maxwell, a través de la cual consiguió trabajo en la mina de estaño Concordia en Santa Vera Cruz, en los andes centrales bolivianos. Allí se reunió nuevamente con Sundance Kid, cuando volvió de dejar a Etha en los Estados Unidos. Si bien parecía que por fin los bandoleros iban a abandonar el delito para retomar la idea de una vida más normal, el 3 de noviembre de 1908 asaltaron a un correo de una mina, que llevaba consigo el dinero de los salarios de los obreros. Tres noches después, el 6 de noviembre, la policía y el ejército rodeó la casa en la que se escondían, en San Vicente, y tras un intenso tiroteo, les encontraron sin vida en el interior.

Estudios forenses estimarían que no murieron alcanzados por las balas de sus perseguidores, sino suicidados ante el asedio. Sin embargo, una hermana de Butch Cassidy aseguró tiempo después que en verdad él no había muerto, sino que había regresado a los Estados Unidos para vivir en el anonimato. Otras anécdotas dan cuenta de que Sundance Kid tampoco moriría en aquel episodio en Bolivia y que, por el contrario, también habría huido hacia los Estados Unidos, donde fallecería tres décadas después, en 1937. Cualquier haya sido la verdad, la historia de Butch Cassidy y Sundance Kid sigue despertando curiosidad e interés después de tantos años. 

La histórica cabaña en Cholila 


Se encuentra ubicada a 12 kilómetros de “El Rincón”, sobre la ruta provincial N° 71 y a 80 kilómetros de El Bolsón. Aquí fue donde vivieron los famosos forajidos americanos. En la actualidad la cabaña se ha convertido en uno de los lugares históricos más visitados de esta parte de Chubut, con lo cual las autoridades buscan ponerla en valor, mantenerla y conservarla en buen estado. Todavía sigue en pie la cabaña de troncos con techo de dos aguas. A pesar del paso del tiempo, los lugareños indican, según lo que les contaron sus antepasados, que aquí fue, donde vivieron los fugitivos entre los años 1901 y 1905. 

Mi libro "Historias de la Patagonia"

Historias de la Patagonia’ es una maravillosa crónica histórica y viajera de una región especial conocida como “el fin del mundo”. Desde los tiempos de Magallanes, la Patagonia ha sido la fascinación de muchos exploradores. 


Los pueblos originarios, la colonización, las estancias, las ovejas, los exploradores argentinos, el conflicto fronterizo entre Argentina y Chile y los pioneros, son algunos de los temas que se tratan en este libro, acompañados de un contexto social y cultural. El autor se inspiró para escribir esta obra en sus experiencias como periodista de viajes en la Patagonia. 

El autor, Bruno Sabella, nos describe la esencia de su libro: 

“El explorador argentino Ramón Lista estaba fascinado con la Patagonia. Él dijo: “Todo aquí despierta nuestras emociones más profundas: algunas veces es la triste aridez de las llanuras; o el magnífico caos de sus montañas.” Hay lugares en el mundo que provocan sensaciones intensas, la Patagonia es uno de ellos. 
El resultado del libro es mi pasión por escribir y los viajes. En el medio... el amor por la Patagonia, mi tierra natal. Es un territorio de desierto y rocas, de lagos y montañas, de glaciares y ríos turbulentos, de muy altas y muy bajas temperaturas, y el incesante viento, todo esto hace que sea una tierra de una naturaleza indómita. 


Siempre tuve un gran interés por conocer el pasado. El objetivo del libro es interesar al lector en historias que rescatan hechos y personajes de la mítica Patagonia a lo largo de la historia. Los viajes por la región han sido frecuentes a lo largo de mi vida. Deslumbrado por las imponentes cumbres de la Cordillera de los Andes, comencé a desarrollar desde muy pequeño otra de mis grandes pasiones: la fotografía. 
La lectura me llevó a conocer muchas historias que permanecieron por siempre en mi mente: la cultura milenaria de los pueblos originarios, las aventuras de famosos navegantes y colonizadores, el esfuerzo y la lucha de los colonos, entre tantas otras. 
La lectura de todos los escritos a los que hago referencia en el libro fue también un viaje. Un viaje que, como sucede habitualmente, nos modifica. De algún modo, uno no es el mismo al terminarlo. Primero como lector y luego como escritor, me guía siempre el deseo por aprender y descubrir. Espero que la lectura de mi libro también sea un gran viaje para ustedes”. 
Reseña publicada en la revista española Viajes y Lugares Leer más

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Para adquirir el libro, contactarse a través de brunotravelinfo@gmail.com 


Estancias patagónicas

El explorador argentino Ramón Lista estaba fascinado con la Patagonia. Él dijo: “Todo aquí despierta nuestras emociones más profundas: a veces es la tristeza de sus llanuras; o el magnífico caos de sus montañas.” Las estancias patagónicas también tienen su mística, sus historias, así como también sus secretos. Al hablar de las estancias del sur argentino, nos trasportamos a la época de los pioneros, de aquellos habitantes que llegaron de Europa a estas tierras lejanas. Muchas de las estancias más tradicionales y antiguas del país se encuentran localizadas en cercanías de la ciudad fueguina de Río Grande.


Río Grande se encuentra ubicada al norte de isla de Tierra del Fuego, a 365 kilómetros de Río Gallegos y 2.800 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires. Desde sus orígenes, Río Grande estuvo ampliamente vinculada a la ganadería, siendo esta una de las actividades económicas más importante de la isla de Tierra del Fuego. Visitar Río Grande es trasportarse a la Patagonia de las grandes estancias, aquellas conocidas como “las estancias del Fin del Mundo”. Hoy en día es posible visitar algunas de estas estancias, las cuales constituyen un patrimonio histórico de gran valor.

Los pioneros de la ganadería ovina convocados por el entonces Presidente Julio A. Roca, a fines de Siglo XIX, eligieron la zona Norte de la Isla Grande para establecer sus estancias. La elección del lugar tuvo que ver con los buenos pastos, ríos caudalosos, así como también sus costas marinas, las cuales permitieron la construcción del puerto. Por otro lado, otro factor determinante fue la cercanía de la vía interoceánica del momento, el Estrecho de Magallanes.

A medida que llegaban nuevos habitantes, era necesario establecer un poblado que ofreciera abastecimiento y servicios. Como el resto de las ciudades patagónicas, Río Grande nació de manera espontánea y sin una formación oficial en 1921. Los primeros pobladores de la zona dieron origen a una serie de estancias dedicadas a la explotación ganadera, que desde entonces ha sido una de las actividades más destacadas. Sin embargo, la misma fue desplazada en 1959 con el descubrimiento de petróleo en la región, lo cual motivo a una gran cantidad de nuevos pobladores; sobre todo provenientes del vecino país de Chile.

Los terratenientes de aquel entonces, tales como Nogueira, Menéndez y Braun, se repartieron la gran totalidad de los terrenos aptados para la ganadería extensiva, de esta manera manteniendo un estado de grandes latifundios hasta la reforma agraria de 1925.

La actividad más importante de las estancias de Río Grande es la esquila de ganado ovino, que aquí se cría, así como también se destaca el ganado bovino de raza Hereford y caballos criollos puros. En la zona existen muchos galpones de esquila especialmente adaptados para la actividad, y actualmente muchos de ellos han sido modificados para que puedan ser visitados por los turistas que asisten a las estancias y así de esta manera

poder presenciar el trabajo de esquila. La lana que se obtiene es considerada de excelente calidad a nivel mundial. Algunas estancias de la zona también han ganado premios en diversas exposiciones rurales, tanto regionales como nacionales.

Estancia María Behety

A tan solo 15 kilómetros de Río Grande, se ubica una de las grandes estancias de la Patagonia y uno de los galpones de esquila más grande que existen en el mundo, la estancia María Behety. Este establecimiento fue fundado por Don José Menéndez en el año 1897 y llegó a tener una extensión de 180.000 hectáreas. En sus comienzos, se llamó “Segunda Argentina”, aunque años más tarde fue bautizada como “María Behety”, en honor a la que fuera la esposa de José Menéndez. En 1997 la estancia fue declarada Lugar Histórico Nacional. En la actualidad la superficie ocupada es de 62.000 hectáreas. El galpón de esquila es considerado por muchos “el más grande del mundo”, con una superficie de 7.800 m2, está diseñado para 40 esquiladores y 7.000 animales bajo techo.

Sin lugar a dudas, es una de las estancias más simbólicas de la Patagonia. Los visitantes pueden visitar el casco de la estancia, así como también tomar fotos. Por otro lado, también es posible en temporada de esquila observar el trabajo que se lleva a cabo con el ganado. La estancia también cuenta con 40 kilómetros de costa sobre el Río Grande, el cual atrae a los pescadores de truchas marrones más experimentados del mundo. Existen dos lodges de pesca con servicios de primera calidad que invitan a vivir una experiencia única en la Patagonia.

Estancia Despedida

Fundada en 1914 por José Menéndez, la estancia Despedida es otra de las grandes estancias del sur argentino. Su actividad principal es la cría de ganado vacuno, así como también posee un excelente coto de pesca de trucha sobre el Río Grande donde se practica 'fly-fishing'." La estancia fue vendida a la familia Larminat en el año 1979. Hoy cuenta con 35 mil hectáreas que llegan hasta el límite con Chile. Cuenta con un galpón de esquila construido en 1917, con capacidad para albergar a 2.500 ovejas. La estancia cuenta con las todas las comodidades para recibir a los visitantes y hacerlos sentir “como en casa.” La llamada “Posada Guanaco”, era la antigua casa de empleados que ha sido reacondicionada para convertirse en un hermoso lugar para recibir a todos turistas que llegan. Es posible visitar el caso de la estancia, así como también dirigirse en 4X4 hasta el filo que protege la estancia de los vientos. Desde aquí podemos apreciar una fantástica vista panorámica de todo el valle.

Existen otras estancias más pequeñas cercanas a Río Grande, tales como la estancia Sara Braun, la cual se puede recorrer mediante tours guiados que ofrece la Dirección Municipal de Turismo en distintas épocas del año. También es posible visitar la Estancia Las Hijas, la cual recibe a visitantes en su predio, permitiendo realizar recorridos por el casco, observar las actividades rurales, y degustar el típico cordero fueguino a la estaca.

Recorrer algunas de las “estancias del fin del mundo” es una experiencia que nos conecta con la Patagonia auténtica. Representan un patrimonio histórico muy significativo para la historia de la Patagonia. Visitarlas nos permite conocer muchas de las historias más interesantes que esta hermosa región tiene para ofrecernos.

Nota publicada en El Diario Nuevo Día de Santa Cruz 

https://www.eldiarionuevodia.com.ar/regionales/info-general/2021/4/13/historias-de-la-patagonia-las-estancias-del-fin-del-mundo-142553.html

Bruno Sabella 


2 mar 2023

Fin del Mundo: origen y qué representa para Tierra del Fuego

 “En la extremidad de aquella extensísima lengua de tierra de América del Sur, que va estrechándose a medida que se acerca al polo, bañada por dos océanos, el Atlántico y el Pacifico, el continente se ha como desmenuzado en un vasto archipiélago que, separado de la tierra firme por el estrecho de Magallanes, penetra en las frías y misteriosas soledades de la Antártida bajo el sugerente nombre de Tierra del Fuego”. Alberto M. De Agostini, “Treinta años en Tierra del Fuego”.


A lo largo de cinco siglos, la isla de Tierra del Fuego ha sido la fascinación de cientos de exploradores y viajeros de todo el mundo. A pesar de ser la provincia más joven de Argentina, ya que fue el último territorio nacional en convertirse en provincia en 1990, la historia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, se remonta miles de años antes, en la América precolombina, mucho antes de la llegada de los europeos.

Tierra del Fuego es la tierra de los nativos que habitaron este último confín del planeta, tales como los yaganes, los selknam, así como también los haush y alcalufes. Alguna vez fueron los pueblos nativos más australes del planeta. ¿Pero, cómo surgió el “Fin del Mundo”, esa idea que atrae a tantos viajeros, entusiasmados por llegar al lugar más alejado de nuestro planeta? ¿Y qué simboliza verdaderamente? ¿Es solamente un eslogan turístico o va mucho más allá de eso?


La Patagonia tiene un poblamiento inicial de una antigüedad aproximada de 13. 000 años y una colonización surgida de un proceso complejo que comienza a fines del Pleistoceno, cuando las grandes masas de hielo empiezan a retirarse y el clima se vuelve más favorable para la instalación humana. A partir de allí, se suceden distintas etapas en la historia sociocultural de la Patagonia, previa a la llegada de los europeos.

Un hito trascendental en la historia de América y de Tierra del Fuego fue la llegada del navegante portugués Fernando de Magallanes, cuando en 1520, llegó al lugar buscando la conexión entre el Océano Atlántico y el Pacífico, llegando hasta el estrecho que hoy lleva su nombre.


¿A qué hacemos referencia cuando hablamos del “fin del mundo”? El término apropiado es “Finibusterre”: Del lat. finĭbus terrae; literalmente ‘en los confines de la tierra’, de acuerdo a la definición de la Real Academia Española. “Finibusterre” se refiere al final de la tierra conocida, y generalmente apunta a una relación conflictiva entre la tierra y el mar. Este intimida y funciona como barrera, al punto que se desconoce lo que excede la visión. En otras latitudes lejanas a la Tierra del Fuego, han surgido asociaciones similares, por ejemplo, el cabo Finisterre de Galicia en España, o Land’s End en West Comwall, Inglaterra. Emblemática al respecto es la frase de Shakespeare en Hamlet“¡Dios mío! Podría estar yo encerrado en una cáscara de nuez, y me tendría por rey del espacio infinito”. Los finibusterres son regionales; el fin del mundo es global. Ahora bien, al hablar del fin del mundo debemos preguntarnos: ¿desde qué lugar hablamos? ¿Podemos imaginarlo como un lugar central?


Podemos decir que, originalmente, la identificación de Tierra del Fuego con “el fin del mundo” es de autoría europea. Podemos encontrar una serie de rasgos asociados habitualmente al “fin del mundo”, todas características atribuidas por perspectivas foráneas. Algunos de los términos con los que se ha calificado a la Tierra del Fuego se relacionan con frases y palabras como: emplazamiento en el “fondo”, en “la punta”, escasa presencia humana, lejanía, vacío, soledad, inhóspito, etc.


Seguramente los aborígenes fueguinos no se consideraban a sí mismos como habitantes de ese extraño lugar ni lo designaban con tales calificativos. Un claro ejemplo de tal representación europea en relación al “fin del mundo” lo podemos encontrar en un artículo periodístico publicado en el suplemento británico Illustrated London News el 30 de enero de 1904 por el viajero inglés William Singer Barclay, “At the World’s End, Being an Account of the now almost Extinct Canoe-Dwellers and Other tribes of Tierra del Fuego” (“En el Fin del Mundo, un reporte de los ya casi extintos habitantes canoeros y otras tribus de Tierra del Fuego”).


Este artículo periodístico es uno de los primeros que explícitamente asocia a la Tierra del Fuego con “el fin del mundo”, una idea que se venía gestando desde el siglo XIX, en particular entre los expedicionarios y misioneros ingleses.


Otra aproximación a la idea del “fin del mundo” está representada en la póstuma novela de aventura de Julio Verne “El faro del fin del mundo”, la cual fue impresa en 1905. Verne había escrito la primera versión en 1901, situando el faro del fin del mundo en la Isla de los Estados. Aún hoy en día muchos confunden el faro “Les Éclaireurs” de Ushuaia con el famoso “faro del fin del mundo”, imaginado por Verne en la remota isla del Atlántico Sur.


Debido a su remota ubicación geográfica, la Tierra del Fuego fue una de las pocas zonas en el mundo donde los pueblos autóctonos habían permanecido casi intactos hasta los tiempos modernos. Hasta 1880, selknam y haush, yaganes y alcalufes, aún vivían como sus ancestros, de acuerdo a sus antiguas tradiciones.


Charles Furlong, un explorador, escritor y fotógrafo estadounidense recorrió Tierra del Fuego en la primera década del siglo XX y notó que los yaganes, que vivían en soledad, separados de otras etnias por las barreras naturales, pensaban que antes de la llegada del hombre blanco eran los únicos seres humanos.


Tierra del Fuego contaba en la antigüedad con 3 grupos aborígenes bien marcados en sus características. Los selknam se ubicaban desde la cordillera hacia el norte de la isla de Tierra del Fuego, estos a su vez se dividan en los Parika, aquellos que vivían entre el Estrecho de Magallanes y Río Grande, y los Hershka, que vivían entre el Río Grande y las montañas del sur.


Se caracterizaban por ser nómades y sus viviendas eran temporales y de construcción rápida. También eran cazadores, especialmente de guanacos, los cuales abundaban en la zona y se destacaban por la confección y uso de arcos y flechas. Pero había algunas diferencias porque cubrían una zona con una extensa costa marina y la tierra adentro tiene mucho espacio cubierto por turberas.

Esto determina que los recursos costeros eran más importantes que para los selknam, aunque no eran navegantes como los yaganes. En cuanto a los yaganes, eran cazadores, pescadores y recolectores costeros. Además, eran grandes canoeros y su dieta era más variada que la de sus vecinos tierra adentro.


Eran pueblos nómades marinos que vivían a orillas del Canal Beagle hasta el Cabo de Hornos, se llamaban así mismos yaganes. Su vida era esencialmente costera y marítima porque tenían mayores recursos, donde obtenían lobos marinos, aves, peces, mariscos y eventualmente hasta ballenas varadas. Las canoas las hacían con corteza de árboles cocidas entre sí, que se mantenían abiertas con un armazón de medianas ramas. Sus chozas estaban construidas con ramas delgadas entrelazadas y cubiertas con gran cantidad de ramas y a veces cueros.


Otro de los pueblos fueguinos, los Haush, habitaron el extremo oriental de la Isla grande de Tierra del Fuego que hoy conocemos como Península Mitre. Es el menos conocido de los pueblos originarios de esta zona austral. Físicamente eran parecidos a los Shelknam, se cubrían con grandes mantos de cuero de guanaco, su estructura familiar y social habría sido parecida a sus vecinos del norte. Pero había algunas diferencias porque cubrían una zona con una extensa costa marina y la tierra adentro tiene mucho espacio cubierto por turberas. Esto determina que los recursos costeros eran más importantes que para los Shelknam, aunque no eran navegantes como los Yaganes.


Ubicada a 3.000 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, la ciudad de Ushuaia es un lugar de superlativos. Ushuaia se encuentra entre mar y montañas, en la latitud: S54°48′, lo que la convierte en la ciudad más austral de Argentina. Además, es la única ciudad del país ubicada del otro lado de la cordillera de los Andes.


Ushuaia, además es conocida internacionalmente como “el fin del mundo”, como así lo dice su famoso cartel donde miles de turistas se sacan la típica fotografía. Esta hermosa ciudad también es la puerta de ingreso a la Antártida, desde donde salen las expediciones que llevan al Continente Blanco a los viajeros más aventureros.


La palabra Ushuaia proviene del idioma yagán y significa “bahía profunda o bahía al fondo”. Su población es de 77.000 habitantes y tiene una de las tasas de crecimiento más altas del país. La geografía que rodea la ciudad es digna de un escenario cinematográfico, la cual nos deslumbra por su increíble combinación de paisajes. De fondo, se encuentra el cordón Martial con los míticos “Monte Olivia” y “Cinco Hermanos”. En el centro, las aguas del Canal Beagle que bañan sus costas, y del lado y como barrera natural, las montañas de las islas chilenas Navarino y Hoste. Tanto su historia como sus asombrosos paisajes hacen que Ushuaia sea uno de los lugares más interesantes y hermosos del planeta. Podemos afirmar que Ushuaia representa la auténtica idea del “fin del mundo”. 




¿Cómo fue el poblamiento de la Patagonia?

¿Qué es lo primero que se nos viene a la mente cuando pensamos en la Patagonia? Seguramente muchas cosas. Todo depende desde que lugar nos “imaginemos” a la Patagonia. A lo largo de la historia, la región patagónica ha despertado un gran interés en exploradores, científicos, escritores y aventureros de todas partes del planeta. Es una región única en el mundo. No solamente por sus impresionantes paisajes, su fauna y flora autóctona, sino también por sus historias, mitos y leyendas. La Patagonia representa muchas cosas en nuestro imaginario colectivo: viento, belleza, amplitud, solead, desierto, naturaleza. Y la lista podría continuar. Sin embargo, la gran diversidad cultural sea tal vez el aspecto más importante que haga que la Patagonia sea una región única en el mundo.


Al igual que América Latina, la Patagonia ingresa al relato occidental como una desmesura observada por ojos imperiales y dicha por la lengua colonial. Nos podemos remontar a las crónicas de Antonio Pigafetta, el cronista de la expedición de Fernando de Magallanes, cuando en 1520 “descubrió” el estrecho que hoy lleva su nombre. Antonio Pigafetta, en su diario del 19 de mayo de 1520, inicia esta saga patagónica, ya que en las anotaciones correspondientes a ese día da cuenta su llegada a lo que hoy es Puerto San Julián, que él mismo fija en el 49º 30′ de latitud meridional. Allí conocerá al habitante del lugar a quien describe como un «hombre de figura gigantesca», dando inicio a la leyenda del gigante patagón. Dice Pigafetta: «Este hombre era tan grande que nuestra cabeza llegaba apenas a su cintura» y dice, también, que es Magallanes quien le da a este pueblo el nombre de patagón.

La Patagonia se construye discursivamente como una distancia intersubjetiva, relativa, polisémica e histórica. Podemos pensarla como un territorio, pero también como una comarca cultural, un domicilio existencial, una geografía imaginaria, una región geocultural, y un lugar de enunciación. A veces, estos significados se multiplican, se superponen y confunden, pero siempre se anclan en condiciones materiales específicas que se validan o cuestionan por una imaginación social productiva de la que participa, con particulares modalidades, la literatura.

Los gentilicios designan una cartografía simbólica determinada por el Estado, una topografía de la nación que introduce y actualiza, en diferentes contextos, una tensión histórica: la que se da entre la ciudadanía nacional y la regional. Así como la Patagonia ingresa tardíamente a la cartografía política del país como parte de su territorio nacional, sus habitantes también acceden tardíamente a sus derechos de ciudadanía y carecen de derechos políticos plenos hasta la segunda mitad del siglo xx, cuando se produce la provincialización de los territorios, comienzan a sancionarse las respectivas constituciones y, en 1958, se realizan las primeras elecciones directas para gobernador. Habitantes de la nación, convertidos tardíamente en ciudadanos, los patagónicos constituyen su identidad, como devenir, en el marco de un diseño de los espacios territoriales e imaginarios hegemonizado por autoridades políticas y discursivas históricamente centralistas, que esbozan las cartografías simbólicas, sus formas y fronteras imaginarias, desde una geometrización de los espacios ligada al poder del Estado y a sus políticas de estiramiento territorial y de captura de flujos de todo tipo.

El carácter transnacional del sur argentino y chileno puede constatarse, entre otros hechos, por las semejanzas en la cronología histórica y política fundante en la incorporación del territorio a los respectivos proyectos nacionales. Tal como señala con contundencia el poeta y escritor Julio Leite, “la colonización en la Patagonia no es centralmente española; la colonización del sur, de uno y otro lado de la frontera, fue la crueldad. Mientras que Julio Argentino Roca realizaba la Conquista del Desierto en Argentina, Cornelio Saavedra “pacificaba” la Araucanía en Chile”.

Efectivamente, las llamadas Campaña del Desierto y Pacificación de la Araucanía fueron las dos campañas militares paralelas que le permitieron a los Estados argentino y chileno apropiarse violentamente del espacio patagónico. Ambas, más que acontecimientos independientes, son parte de una trama social ligada al programa expansivo de una elite que desea tanto construir la ley del Estado, sus nuevos espacios jurídicos y su cuerpo ciudadano. Tanto la preexistencia de numerosos pueblos indígenas en la Patagonia como su minimización, silenciamiento y negación son hechos compartidos por la historiografía del sur argentino y chileno que comparte como región, según Julio Leite, “una geografía similar, una historia en común, lazos sanguíneos que nos unen y los mismos olvidos”, esos que demuestran que la memoria es un espacio de lucha política.

Al igual que América Latina, la Patagonia nace como frontera con una valencia doble de contacto intercultural y violencia etnocéntrica. Su escena inaugural puede leerse en Primer viaje en torno del globo, donde Antonio Pigafetta narra, por vez primera, la llegada de los europeos a la región en 1520, en la expedición de Fernando de Magallanes. El viajero y cronista italiano inaugura la idea del gigantismo de los indígenas patagónicos, asociados desde entonces tanto al nombre como a las extensiones del lugar, que de allí en más lleva, tal como señala el escritor Ernesto Livon-Grosman, “la doble marca de la exageración”.

Con la expedición magallánica no solo comienza a desarrollarse una gramática de la mirada colonial respecto del lugar y sus habitantes sino también una política de nominación, y consecuente invención y traducción de la región, para el consumo y control material y simbólico europeo, según sus modos de comprender y habitar el mundo. Luego de Pigafetta, son los historiadores de Indias, López de Gomara y Fernández de Oviedo, quienes se encargan de formular las legitimaciones discursivas para la subalternización de los habitantes del sur, a quienes nunca vieron y sobre quienes echarán a rodar la leyenda y forjarán un mito de salvajes, de gigantes, caníbales, íncubos, endriagos tal vez. Los efectos de verdad de estas imágenes, así como los dispositivos de enunciación que instalan predicaciones negativas y deformantes dela Patagonia, se inician con la narrativa fundacional europea, participan de su definición literaria y política y son retomados y reformulados para representar la región como una frontera interna a conquistar para el ingreso a la modernidad y la definición y organización del país como una nación civil.

De un modo complejo, el control territorial de la Patagonia se articula con otras lógicas e intereses sociales en el marco de un proyecto de construcción de una ciudadanía política pero también económica y cultural. Los pueblos preexistentes a los Estados nacionales fueron víctimas de un genocidio fundante, cuya violencia tuvo plurales efectos. Simbólicamente, sobresalen el silencio historiográfico y el discurso de la extinción que simplifica el proceso histórico de construcción del Estado nacional y colabora en la elusión de responsabilidades. Parte de ese discurso de silenciamiento y negación asocia los pueblos indígenas con el atraso, el exotismo, el anacronismo, la inferioridad y la desaparición.

Desde mediados del siglo XX ocurrió un crecimiento demográfico acelerado en la Patagonia. Los pueblos enumerados pertenecen a distintas etnias, culturas y naciones que, en el presente, complejizan la definición identitaria de los patagónicos. El narrador Juan Carlos Moisés señala que “la diversidad cultural es inmensa”. También acude a la enumeración para dar cuenta de una lista profusa y heterogénea de herencias culturales que crece exponencialmente en la Patagonia: “Ahí están los descendientes de los pueblos originarios como una forma de la resistencia, y los rasgos culturales de galeses, gringos, gallegos, asturianos, vascos, andaluces, catalanes, aragoneses, lituanos, italianos, alemanes, polacos, portugueses, árabes, chilenos, judíos, croatas, holandeses, bolivianos, etc., pero también de catamarqueños, puntanos, cordobeses, jujeños, porteños, y muchos más, y asimismo todos imbricados en el cuerpo social que se entrecruza y multiplica sin pausa”.

En este marco, las distintas migraciones y el gran crecimiento poblacional de la región en los últimos años, complejizan cualquier tipo de análisis que intente definir una identidad. Sin embargo, junto con el reconocimiento de esta dificultad, la diversidad cultural de la Patagonia es leída por los escritores como un factor favorable para el ejercicio de una mirada crítica y universal de la realidad.

Julio Leite sostiene que “esta mixtura de culturas, este vivir al principio o al fin del mundo, este permanecer y mirar desde el extremo del embudo, nos hace tener una visión más universal”. La reflexión de Leite nos aporta una visión optimista de la Patagonia, tal vez después de todo, no sea solamente esa tierra olvidada, lejana y desolada, sino también, un lugar donde el crisol de razas y la diversidad cultural, promueven valores como respeto, la solidaridad y amor por la tierra.


El viaje más desafortunado de la historia

La historia del viaje y primer asentamiento español en la Patagonia argentina.

El primer asentamiento de origen español en la Patagonia se estableció en Cabo Vírgenes, en la provincia de Santa Cruz. En la actualidad, no hay restos visibles del asentamiento, sin embargo, un monolito conmemora el hecho histórico.


Fue el explorador español Sarmiento de Gamboa, quien, en 1584, fundó la ciudad del Nombre de Jesús. En los últimos años, los restos arqueológicos del antiguo poblado han sido hallados y excavados, ayudando a revelar los misterios del primer asentamiento español en el extremo sur del continente americano.

La “instrucción” del virrey, fechada en Lima el 9 de octubre de 1579, especificaba la obligación de registrar con cuidado las singularidades de la tierra y del mar. Sarmiento de Gamboa debía asimismo tomar posesión en nombre del rey y de todas las tierras halladas y dar testimonio ante escribano público. Los indígenas debían ser bien tratados y nada de ellos debía ser tomado contra su voluntad, para que fuese posible obtener información de utilidad.

Aparece ampliado el motivo de la curiosidad de las “tierras y poblaciones”. Ningún territorio debe guardar sus “secretos”, por más pobre o inhóspito que sea. El imperativo categórico del expansionismo: desocultar lo encubierto, hacerlo salir a la luz, tomar posesión, nombrarlo, incluirlo en los mapas.

El 11 de octubre de 1579 partieron del puerto del Callao 112 marineros en dos naves, Nuestra Señora de la Esperanza y San Francisco. Los expedicionarios fueron tomando posesión de puertos, ríos, canales e islas durante la travesía. Sarmiento de Gamboa partió de Perú en 1579 hacia el estrecho de Magallanes. Los pormenores de la expedición fueron dictados el 17 de agosto de 1580 por el capitán al escribano en la Relación y derrotero del viaje y descubrimiento del Estrecho de la Madre de Dios, antes llamado de Magallanes.

Muchos de los nombres asignados por Sarmiento durante su primer viaje por el estrecho de Magallanes se mantienen hasta hoy, hecho que rememora el vínculo entre imperio e identidad. El historiador Armando Braun Menéndez sostiene que la profusión de bautismos de Sarmiento enriquece la toponimia austral y ofrece una larga lista. Pero nombrar el territorio es muy distinto a fortificarlo y mantener un enclave militar. Para llevar a cabo el plan de la fortificación del estrecho de Magallanes era necesario un segundo viaje, específicamente destinado a esa función.

Pensemos en el sentido de algunas de las expresiones utilizadas por los expedicionarios. “Derrotero”: libro que contiene la situación geográfica de los puntos más notables de la costa y las advertencias sobre la navegación; “derrota”: rumbo de la navegación; “derrotarse”: extraviarse un navío. Durante la expedición de Sarmiento, los desencuentros están resumidos en una palabra: “desderrotarse”.

Sarmiento destaca los riesgos de la exploración – los “grandes golpes de mar que entraban en el navío” – y los peligros del estrecho de Magallanes. Aconseja traer la sonda en la mano para evitar los bancos de arena y se queja de la falsedad de las relaciones anteriores sobre la geografía del estrecho. Esta denuncia de la falsedad de las relaciones indica en parte la imprecisión en las mediciones de la longitud, pero se extiende a una reflexión más amplia sobre la responsabilidad acerca del conocimiento, donde se culpa a los expedicionarios anteriores por la falta de diligencia en hacer derroteros. Los conocidos, argumenta Sarmiento, eran perjudiciales y hacían peligrar a las armadas que se regían por ellos.

Luego de explorar el lugar, Sarmiento de Gamboa viajó a España para organizar la expedición pobladora. En aquellos tiempos, los barcos de corsarios ingleses navegaban el estrecho de Magallanes, razón por la cual España decidió controlar la zona enviando una flota de barcos y fundar dos pueblos en el estrecho. El intento de construir en el estrecho de Magallanes, a fines del siglo XVI, un sistema militar defensivo coordinado sobre la base de dos fuertes integrados a barcazas chatas que cargaban cañones demuestra una ignorancia colectiva brutal sobre las condiciones geográficas del lugar.

Cuando el 27 de septiembre de 1581 zarpó la armada bajo el comando de Diego Flores de Valdés de la barra de Sanlúcar de Barrameda, constaba de 23 naves y casi tres mil personas. En la lista de los participantes de la empresa colonizadora había frailes, soldados, grumetes, personas solteras y casadas con hijos; albañiles, carpinteros, herreros, pedreros, artilleros, trompeteros y canteros. Reinaba el desorden.

El capitán Flores intentó postergar la partida. Fue sin embargo obligado a zarpar con tiempo desfavorable. Una semana después, tras batallar contra una tormenta, perder ochocientas personas y cinco naves, la expedición retornaba maltrecha al puerto de Cádiz. Desde antes de la partida se había desencadenado una lucha en torno a la figura de autoridad de la expedición.

El Consejo de Indias nombró a Diego Flores de Valdés con el título de “Capitán General del Estrecho de Magallanes y Gobernador de lo que se poblare”. Se le encargó la construcción de dos fortificaciones para defender la boca del estrecho y el transporte de colonos para poblar las nuevas ciudades. Los enfrentamientos entre Flores y Sarmiento eran constantes, pues ambos capitanes exigían sus derechos de mando, aunque evidentemente no coincidían en los objetivos. La armada partió nuevamente de la bahía de Cádiz el 9 de diciembre, compuesta de 16 barcos y 2.500 personas.

Nadie podía imaginar, ni los más pesimistas, que sería el “viaje más desafortunado de que haya memoria”, según el historiador Armando Braun Menéndez. La flota recibió órdenes de invernar en Río de Janeiro, pese a que Sarmiento y los pilotos querían evitar ese puerto porque temían la polilla de mar que carcome los navíos. Los simples gusanos de mar podían destruir expediciones. Al persistente problema de la autoridad y de la precariedad de las naves, se sumó la falta de adaptación a las condiciones climáticas y de salubridad. Más de 150 personas murieron camino a Brasil a causa de disentería.

A inicios de 1583 los expedicionarios intentaron alcanzar el estrecho de Magallanes, pero retornaron a Río de Janeiro a causa de los obstáculos. La frustración de Sarmiento es notoria. Desde Río de Janeiro redacta varias relaciones al rey en que reclama por la desorganización y la falta de respeto a las “Instrucciones Reales”. Denuncia el robo y la venta de vino, aceite harina, hierro, acero, frazadas y ropa destinada a los colonos; se queja del desprecio del capitán Flores por el proyecto colonizador. Resulta evidente que el capitán Flores, así como la mayoría de la tripulación, no tenía el menor interés en el proyecto colonizador del estrecho, sino en obtener ganancias por medio del intercambio de mercaderías.

En las narraciones de Sarmiento el capitán Flores aparece retratado como un ser inhumano, que descuida a los enfermos de la armada, descarta el amor al prójimo, permite el robo de mercaderías y alimentos, y trama una “huida vergonzosa”. De hecho, el capitán se marcha a España sin cumplir con las “Instrucciones Reales”, se lleva las provisiones y armas destinadas a los colonos, y persuade a muchas personas de que era mejor abandonar la expedición y retornar a la patria que “morir como perros” en el estrecho. Mientras tanto, Sarmiento aguardaba en Río de Janeiro la partida hacia el estrecho de Magallanes. Durante la travesía continuaron los motines y las deserciones en tierra. En la escala del puerto de Santos desertó el ingeniero Juan Bautista Antoneli, fundamental en los planes de fortificación.

Finalmente, llegaron a Cabo Vírgenes el 4 de febrero de 1584, fundando el asentamiento “Nombre de Jesús”, el once del mismo mes. En marzo del mismo año, Sarmiento de Gamboa fundó una segunda ciudad, “Rey Don Felipe”, dentro del estrecho de Magallanes, muy cerca de la actual ciudad de Punta Arenas en Chile. Un grupo de 338 personas llegaba a su destino para enfrentar la tierra patagónica. “Enfrentar” es la palabra exacta, pues se estableció una lucha contra el frío, el viento constante y la escasez de alimentos, a lo que se sumaban incidentes ocasionales con los indígenas.

La fundación del asentamiento Ciudad de Nombre de Jesús el 11 de febrero de 1584, en la boca oriental del estrecho de Magallanes (hoy Punta Dungeness), da lugar al típico ritual formalista de la conquista de nuevos territorios. Se toma posesión ante escribano, se arbola una cruz donde sería construida la iglesia y en la plaza se pone el árbol de la ejecución de la justicia. El desconocimiento de la región por parte de los pobladores anuncia tragedias. Allí se materializan las dificultades de la colonización a un grado extremo.

Conocemos el desenlace de la tragedia por diversas fuentes, especialmente por el inglés Francis Pretty, que participó en el viaje alrededor del mundo de Thomas Cavendish, y por dos testimonios de un sobreviviente de la expedición, Tomé Hernández, que sería rescatado por Cavendish en enero de 1587. Restaban unos veinte pobladores cuando en un confuso incidente Cavendish rescató únicamente a Hernández. El resto de los colonos de la expedición fallecieron de frío e inanición.

Nota publicada en el portal Murcia.com 

https://www.murcia.com/cultura/noticias/2022/11/24-el-viaje-mas-desafortunado-de-la-historia.asp

Bruno Sabella 

Mi libro "Historias de la Patagonia"

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